sábado, 9 de enero de 2010

...yo soy ése niño, de cara redonda y sucia, que molesta pidiendo " hey, mister! did you have a quarter" ?, pero que en cuanto te descuidas y le acaricias la cabeza, te roba la cartera...(Reinaldo Arenas)
me acordé de éste párrafo del escritor, y volé...


Cerré los ojos y volé y me por las calles, con una red, pescando mariposas en el barrio de Haedo, cuando era chiquitito...o como cuando por las noches de sapos y grillos después de la tormenta, cazábamos luciérnagas, y nos hacíamos anillitos, pulseritas o marcas de guerra que brillaban y parpadeaban..

volé, y me subido a mi primera bicicleta, celeste era, y por donde corríamos carreras, y en una bajada que había desde la calle Rosales, hacia Caseros, levantábamos las piernas en el aire, y bajábamos impulsados por la gravedad, pasando por arriba de los charcos con verdín, y el miedo que excitaba, de saber que podríamos resbalar y caer de culo en el agua, que de las casa salían por las alcantarillas, indicando que ésa era la hora del baldeo de sus patios internos; o como cuando llovía, y nos poníamos pilotines azules con capucha y saltábamos en los charcos de agua, y cantábamos: ...que llueva, que lluevaaaa..la vieja está en la cuevaaaaa...los pajaritos cantan, la vieja se levantaaaa..que sí...que ...que caiga un chaparron!!!!!!...
era nuestro baile tribal, que nos creíamos nos garantizaría un diluvio, que impidiese ir a las clases tediosas de "educación física"...y si teníamos suerte y llovía a la mañana, poder quedarnos arropados en la cama, y ver el sauce meciendosé al compás del viento huracanado...dando paso a la diversión de ayudar en casa, unos a reparar algo, otros a ver si el auto, que descansaba en el garaje, necesitaba cambios de aceite y esos menesteres mecánicos...o como en mi caso, ayudar a amasar ñoquis, o hacer empanadas, o budín ingles, o buñuelos rellenos de crema y con anís para la merienda.

no nos importaba, que una cruel ola de frío, que era normal en ese entonces, convirtiera nuestras casas en témpanos habitados, como si extraños duendes iluminaran a través de las ventanas, y todos reunidos frente a la chimenea de casa, hablando de nuestras "hazañas" del día, cada uno montado en su particular imaginación...

hasta que mi hermano mayor, se cansaba de escuchar siempre el mismo disco de los rolling stones, se levantaba y daba un puazo sobre el vinilo, que giraba en el tocadiscos de madera...

puazo entonces...
y despierto a la realidad, la de verme a mis actuales años, echando de menos escenas; el olor a pipa de mi papá leyendo el periódico, mientras mi mamá llenaba la bañera de agua caliente, para torturarnos a mi hermano del medio y a mí, y lavarnos las orejas!!!!!...a nosotros dos, que eramos esos dos niños de cara redonda, que en vez de pedir un cuarto de dolar, como la novela de Reinaldo Arenas, íbamos por los confines de nuestro barrio, explorando en bicicleta, el más allá de la avenida Rosales, o de poner monedas de un peso, sobre los rieles de la vía del tren y pegando gritos de conquista, guardábamos las monedas que quedaban finitas al paso del convoy, robando ilusiones...