jueves, 3 de agosto de 2017

UN VOLCÁN DENTRO MIO


Resultado de imagen de Edward Gorey
Dibujo de EDWARD GOREY




Cuando estoy sobrepasado, en todos los aspectos, suelo mirar el techo, tumbado en el sofá y mirando el ventilador de techo, busco el dialogo interno que tiene mi alma, veo qué me dice y, allí descubro que tengo creencias limitantes.
Las que, por pena, no me dejan actuar en consecuencia y lo permito todo hasta que estallo.
Pues así soy, un volcán dormido, como el Etna. El mismo volcán que se ve desde el balcón de la casa de mi abuela materna.
Ese mismo balcón que lleva en pie y está igual desde hace unos ochocientos años. El ayuntamiento no deja tocar el exterior de esa casona.
Y creo que mis dioses internos tampoco dejan que el balcón por donde me asomo a la vida se derrumbe y, quiere seguir en pié allí, duradero y fijo y, por eso estallo y mando a la mierda cosas, gentes, y la vida en general.

Ya he vivido más de la mitad de la vida de un ser humano, y lo que quiero ahora es desatar esos nudos que me retienen a compadecerme de mí mismo y, por carácter transitivo, de los cercanos. Los que siempre quise, amé o cuidé.

Desde que procedo de ese modo, a veces me encuentro con gentes que van por la vida dando instrucciones y se los ve tan amargados, tan falsos que me dan la sensación, que no han ido a cagar en meses, cuando en realidad lo que les pasa es que en sus vidas han vivido tan amargados o han tenido una vida tan de mierda, que deben de tener ganas de cortarse las venas.

Cuando voy por la calle, o en el bus, o me siento a tomar un “cafelito”, veo las caras y es todo tan deprimente y tan falso, que las emociones que me asaltan son divertidísimas.
Y las apunto (ustedes ya lo saben) en alguna de las tantas libretitas que tengo. 
Chiquitas, medianas, grandes, normales y sin rayado (ésta es un regalo de Rebeca, mi amiga) muy mona y fashion, pero que como ya no tengo el pulso de escribir recto, ¡mis lazos parecen el recorrido de un tren fantasma!!

He conocido muchas personas, más de las que uno pueda imaginar, a mi edad cuesta recordar, pero las peores son las que suelen destacar a lo largo del tiempo.

Qué mierda, ¿verdad?...

Son esas personas que ahora defino, como si fueran menos que la sombra de una serpiente.

Me llevó a cabo un total de cinco décadas.
Grandes, largas y duras guerras con mi cerebro, pero no pudieron ganarme, (como en una serie televisiva, de la cual soy fanático) no pudieron vencerme ya que en esas guerras siempre tuve dragones que volaban dentro de mi cabeza.

Ya he aprendido y estoy acostumbrado a manejar los duelos, aprendí a convivir con ellos y, mucha gente, no entiende que un duelo sano es aprender a convivir con la perdida y yo tuve…
 ¡Uf, Montones!

La gente que cree que el duelo se termina por completo, no tienen la menor idea de lo que es el alma del ser humano. Uno tiene muchas veces, aproximaciones a esas cicatrices.
Es este aprender a convivir con el mismo, el primer paso. Es muy valioso.
Yo personalmente siento como si hubiera perdido a todo mi núcleo familiar y amoroso en un solo día y aquí estoy.

Cuando me pregunté quién cuidaría de mí, me sacudí el dolor de encima, mis dragones lo apartaron y arrinconaron y seguí adelante.

Luego están los cambios de roles, como cuando mi vieja perdió las chapas de la cabeza y me convertí en su mamá, su papá y cuidador. Fue un aprendizaje muy fuerte, me había convertido en su bastón.

Esos años me sirvieron para no querer serlo más de nadie. Lo fuí solo de quien amaba, pero fué hace tantos siglos de eso, que ya ni me acuerdo.

¿Ven? Aún sigo negando la realidad, muchas de esas cosas han sido y son una pesadilla, y me niego a creer que alguna vez han sido realidad.

Y tengo miedos, ese miedo de volver a mi casa materna (por ejemplo), saber que no hay nadie, solo muebles cubiertos con sábanas y muchos años de polvo acumulado, que no estará mi viejita, que sé que le encantaría que le contara cosas, cómo me ha ido y mentirle descaradamente.

O sentir que fui amado profundamente alguna vez y esas ausencias, la de mis padres, y la de quien fue mi compañero durante tantos años.

Son ausencias que sentiré siempre.
Resultado de imagen de ilustraciones de Ricardo Summers e Isern
Dibujo de SERNI