miércoles, 19 de octubre de 2016

TENEMOS QUE APRENDER A CORTEJAR PARTE 1 de 3




Creo que mis re ediciones son para cualquier ÉPOCA.!

Esta la escribí el 21 de febrero del 2012…

terminaré de escribir, con la lengua afuera tipo maratón!)

Hoy escribiré como prometí, sobre el cortejo...
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En la época de Internet, es algo pasado de moda?, Antiguo?, Poco funcional?, En serio voy a escribir sobre esto?

Ya saben, quienes me siguen, que soy un sostenedor ferviente, de las relaciones sentimentales entre los seres humanos, y siempre he tratado de mostrar cómo, el amor de verdad, es importante, en todos los lugares del planeta, incluyendo aquellos, donde aún se celebran matrimonios por conveniencia, sino también en todas las épocas de la historia, ha existido el amor romántico y todo aquello que consideramos que forma parte de él: “Enamoramiento”; “Cortejo”; “Convivencia” y “Ruptura” (incluida en ésta última categoría, una ruptura por muerte)...

Habría que añadir, que aunque muchos digan que el amor es un invento comercial, y que esa persona que lo diga, no esconda una profunda herida emocional, puede ser que entonces, pueda comenzar a tomarme en serio esta teoría...
Hasta entonces, seguiré apoyándome, en lo que dicen las evidencias científicas.

Son justamente las científicas, que nos dicen que los seres humanos, como los primates(que lo somos) nos enamoramos, y cortejamos al igual que lo hacen los demás animales: el pavo real que despliega sus plumas coloridas; las ballenas, que cantan; los leones que se frotan los hocicos; los monos, que se quitan las pulgas y las mastican con los incisivos, muy graciosamente...

También es interesante saber que las parejas de leones gay, también se frotan los hocicos, y se acarician mutuamente antes de copular...
Los avestruces gay, tienen una danza de cortejo diferente de la que usan los avestruces heterosexuales...
Los elefantes gay, se entrelazan las trompas antes de montarse, y es entonces cuando me pregunto:

¿Si los animales se cortejan, habiendo de éstos, gay y/o heteros, por qué no íbamos a hacerlo los humanos?

En los seres humanos, el cortejo es muchísimo más sofisticado, que la simple exhibición de determinadas características físicas (ustedes me entienden, ¿verdad?).
Esto incluye conocerse, despertar interés, agradar, excitarse.


El problema está en lo que nos hace suponer el sentido común y muchas personas se quejan que no sabemos cortejar y que estas quejas, son más que razonables.

En el ambiente gay, me atrevo a decir, que somos pocos y cada vez menos, los que somos dados al cortejo, ese tipo de cortejo que va más allá de mostrar carne y de hecho, incluso tengo una hipótesis, de porque es así: 
¡ Nos hemos entrenado a ser así!!!!...

Dicho de esta manera puede sonar a tomadura de pelo, pero déjenme explicarles un poco porque lo creo:

Los heterosexuales entrenan durante la adolescencia y cuando un chico llega a una edad para plantearse una relación en serio, supongamos que a los 25 años, ya lleva como poco desde los 12 años, saliendo con chicas, o intentándolo, aprendiendo a querer la conquista y a lubricar los métodos de conquista, tonteando, quedando para ir a tomar algo juntos, demostrándoles interés, captar la atención...O sea, cortejando...

Nosotros los gay, no hemos entrenado en absoluto, al contrario: 

En la adolescencia, nos pasábamos el tiempo luchando contra nuestro conflicto por ser homosexuales (cosa que a mí no me pasó jamás, gracias a Dios!!!!) intentando que no se nos notase, y teniendo un miedo terrible, a que aquel compañero de clase, se enterara que estábamos enamorados de él, otra cosa que no me pasó a, porque estuve de novio con mi compañero de colegio, desde pequeño!!

Por otra parte, históricamente, nuestras relaciones han sido siempre veloces, y furtivas: donde fuera echar un polvillo rapidito, y volver a casa prontito, sin levantar sospechas, y ni que hablar de los que tenían mujer e hijos!!!!

Esas han sido las constantes históricas de las relaciones gay, no mostrar jamás sentimientos, focalizarnos en el sexo, e ir con mucha rapidez...
Con estos antecedentes ¿quién puede aprender a cortejar?

Por si fuera poco, y quizá a consecuencia de lo anterior, nuestros espacios de socialización, han y están establecidos, en lugares exclusivos dados al sexo: bares de cruising, saunas, cuartos oscuros, sex-clubes, etc...
Esto ha hecho que muchos de nosotros, intentemos evitarlos cuando nos planteamos conocer a “alguien especial”.

Por cierto, mi hipótesis, puede contrastarse empíricamente, y si tengo razón, a medida que ser homosexual se normalice, y nuestros adolescentes puedan relacionarse con la misma naturalidad que los heterosexuales, entonces será más fácil ver a dos chicos cortejandose, y éste paso será parte de un proceso de enamoramiento tal, como lo es en los heteros...

Por ejemplo:
Un amigo bastante joven, me contaba que en “mi perfil, tengo puesto que me gustan los hombres galanes, ¡ Y solo me entran señores de más de 65 años!, ¿o es que no hay galanes de mi edad o menores de 35 años?

Es así que inicié esta elucubración sobre la galantería, que no tiene nada que ver con galardonar, y pensé en la ausencia de cortejo en ambos bandos.

El heterosexual y el gay...

Comencemos por aclarar que cortejo, es ese proceso a través del cual dos personas se van captando mutuamente, se prestan atención, hasta el punto de desarrollar un genuino interés por conocerse mejor, con la intención de llegar a una posible relación sentimental.

La función del cortejo, fundamentalmente, es despertar el interés de la otra persona, evaluando si se es compatibles, o no, pero mucho cuidado porque esas cosas se definen luego, durante un noviazgo!!!!..

En las relaciones gay, con lo mucho que se focaliza en el sexo, uno va a esos lugares de “ socialización”, que mencioné más arriba, y siempre están llenos ( ¡algo bueno tendrán!)...

Algunos dicen que es porque no queda otra, y otros porque en el fondo, nos encanta el sexo, como a todo el mundo!!...

Asique cada postura tiene parte de razón, y también su parte de mentira, porque es cierto que los hombres somos básicamente sexuales, y también es cierto que echamos de menos, otras formas de relacionarnos.

Quizá una de las cosas que tengamos que aprender es que los chats, los bares, las discotecas, y tantos lugares donde encontrar “alguien especial”, o el polvo que dependerá de los protagonistas que sea pasajero o no, es entonces donde tenemos que saber, que si uno no es habilidoso en el cortejo, por más que salgamos de excursión con 50 putas, o 200 gay, volveremos a casa tal como salimos, con un calentón, que desembocara en la cara con sus correspondientes “pornoco” o “pornofo” ( por no coger para los de allá, y por no follar para los de acá)...

Así que el tema pasa porque lo importante es, al fin y al cabo, no el contexto en el que se conoce a otra persona, sino la clase de relación que se establezca con esa persona.
Si no te lo trabajas, no hay nada que hacer, ¿o acaso alguien te dijo que las cosas importantes de la vida, crecen solas en los arboles?

A ver qué nos dicen las generaciones futuras.

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Cortesía de Jim Liao

( CONTINUARÁ la 2da parte)...

METIDAS DE PATA HISTORICAS

Siguiendo en la linea de mi personaje ficticio "Dominique"


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Jim Kay
Pobre Laurita, vaya mal rato que está pasando en mi casa porque su padre, Amadeo (mi portero), la ha pillado con las bragas en los tobillos en el sofá de su casa y a Marcos haciéndole tactos linguales donde se unen los labios menores mientras que ella se atragantaba literalmente con el miembro de su novio, tan hinchado que casi no le cabía en la boca. Con lo incómodo que es el maldito 69 y el éxito que tiene, la verdad es que no lo entiendo...
Habían pensado que el padre de la criatura se quedaría a ver el partido de fútbol en el bar con los amigos, pero el bueno de Amadeo, después de ver cómo a su equipo le metían tres goles antes del descanso, se ha vuelto corriendo a casa y se ha encontrado a la niña practicando sexo oral, que no significa exactamente “hablando de sexo”, sino todo lo contrario, porque en esa postura no se puede estar en misa y repicando (algún día hablaremos del dichoso kamasutra y sus mentiras).
El caso es que, mientras Laurita ha corrido a refugiarse en mi casa, Marcos está haciendo lo que yo no he visto hacer a ningún hombre en mi vida: dar la cara con su padre. Y digo que no lo he visto porque a mi jamás me han pillado ni padre ni madre en semejante tesitura y únicamente Prometeo podría dar tantos detalles como yo de mis usos y costumbres erótico festivas (si los perros hablasen, claro).
Y no es porque no se lo haya puesto fácil a mis progenitores, ¿eh? Una vez, por ejemplo, fui con Alfredo al apartamento de la playa y una tarde, mientras ellos dormitaban en el sofá con la película de la tele, mi novio y yo hacíamos equilibrios de pie para no dar un concierto de Empujones y Somier Chirriante en Fa menor, en un dormitorio cerrado con un tabique de madera de 1,90 de alto y una puerta corredera de mierda.
A mi hermana Casandra, sin embargo, la pillaron de la manera más tonta. El que ahora es mi cuñado conoció a mi padre una madrugada cuando se levantó desnudo a lavarse sus cositas al baño del pasillo después de un polvo en nuestra casa presuntamente vacía.
¿Y Ulises? Mi hermano pequeño ha heredado el mismo gen de la inoportunidad que yo, porque no se le ocurrió otra cosa que, en la boda de la hija de unos vecinos, acostarse con la hermana del novio en el hotel donde se celebró el banquete y, en lugar de marcharse inmediatamente después, se quedó a dormir. Al día siguiente se encontró con el padre, la madre, los primos, los hermanos y a las abuelas en la cabecera de la cama de la habitación del hotel de la joven. Histórico.
Las metidas de pata son un clásico. Prácticamente todo el mundo tiene una en su haber. Yo, sin ir más lejos, recuerdo una memorable, aquí, en mi propia casa, que le acabo de contar a Laurita para arrancarle una sonrisa.
Fue hace un par de años, cuando celebraba mis 34 primaveras con una fiesta de amigos a la que Elena trajo a Ramón, el nuevo socio del estudio de su padre: un arquitecto increíblemente guapo que hizo muy buenas migas con mi querido de turno. Se sentaron juntos en el sofá y a los pocos minutos estaban haciéndose confidencias al oído.
Al rato dejé de verlos y pensé que andarían por ahí perdidos en alguna de las habitaciones, así es que hice una inspección rutinaria, más que nada por localizarlos y garantizarles intimidad. Pero no tuve suerte.
Cuando regresé al salón, Carmen me avisó de que se había acabado el hielo y fui a por mi abrigo al armario de la entrada para bajar a por más al chino de la esquina. El caso es que se me unieron en la expedición un par de caballeros que necesitaban tabaco y tres chicas que querían comprar chicles y no sé qué más chucherías. Estábamos todos ya agrupados en la puerta cuando abrí el armario y, aunque sólo fueron dos segundos, tuvimos una visión que nos dejó de piedra.
Ahí estaba “mi querido de turno”, con los pantalones a media pierna y la camisa abierta y Ramón, de rodillas, entre mis botas, mis paraguas y mis chaquetones y mis gabardinas, haciéndole una felación larga, profunda y cariñosa que no sé si me dio más estupor o envidia. Cerré el armario, incapaz de articular palabra.
-”Nunca había visto una polla tan bien comida”, dijo alguien. Y yo, que estaba muy de acuerdo, anoté mentalmente pedirle a Ramón, dos o tres trucos para provocarle a mi chico una cara de satisfacción como la suya.

Laurita sigue llorando, pero ahora de la risa. Voy a contarle más pilladas de diverso calibre y condición para que relativice un poco su tragedia. Aunque mucho me temo que su señor padre no estará pidiéndole a Marcos que le enseñe cómo hace disfrutar tanto a su niña únicamente con la lengua...

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Gracias Jim Kay