miércoles, 26 de octubre de 2016

GRITA MI CUERPO, POR TENER LA BOCA CERRADA ( 2DA. PARTE)



Las razones que el padre de la evolución arguyó eran curiosas. Por ejemplo, para desestimar casarse apuntó cosas como "quizás discutir", "menos tiempo para conversar con hombres inteligentes", "tener que hablar con la familia de ella", "no poder leer por las tardes" o "menos dinero para libros".
Y a favor, "hijos (si Dios quiere)" o "compañía constante y amistad en la vejez". Tras revisar la lista, acabó concluyendo que, si bien una boda supondría "cosas buenas para la salud de uno", era también "una pérdida terrible de tiempo". 
Así es que decidió que lo mejor sería… ¡comprarse un perro!

Sin embargo, lo que no podía sospechar Darwin era qué poco le iba a durar aquel convencimiento. Semanas, de hecho. Su cerebro le iba a jugar una mala pasada. Al cabo de los años, incluso escribió un libro en el que trató de explicar con ojos de científico tal misterio.

Lo que Darwin no estimó es que su cerebro tomaba decisiones por él sin que él pudiera remediarlo. En ese caso ya mucho antes de que el naturalista inglés pudiera ni tan siquiera plantearse la frialdad con la que Darwin colocó los argumentos en una balanza era más real. Y es que las decisiones, a diferencia de lo que se solía pensar hasta hace poco, no se rigen exclusivamente por las leyes de la razón y la lógica. Muchas, la mayoría, son intuiciones que, sorprendentemente, se toman desde la subjetividad. Sí, sí, lo he dicho bien: nuestras decisiones por mucho que pensemos que son fruto de valoraciones súper pensadas, son en realidad intuiciones irracionales. De hecho, todo acto consciente, por paradójico que nos resulte, es, en verdad, inconsciente. Y eso es una gran noticia que encima ahora cuenta con una explicación neurocientífica.

Nuestras decisiones son irracionales

Hasta hace poco, se consideraba que la toma de decisiones tenía que ser consciente y guiarse por las leyes de la lógica. Que ante cualquier elección lo más acertado era elaborar listas con los pros y los contras, analizarlos minuciosamente, sopesarlos y sólo entonces, después, éramos capaces de elegir bien, como hizo Darwin.
Antes se solía menospreciar el papel de la intuición y de la irracionalidad. Y, sin embargo, ahora sabemos que esos impulsos no tienen por qué fallar y que, en ocasiones, son mucho más eficaces que una elección racional.

 Y si eso tiene o no que ver con toda una serie de deliberaciones en nuestro inconsciente, no lo sabemos. A nosotros sólo nos llega el sentimiento de "quiero estar” “quiero tener” o “quiero tal o cualy obramos en función de eso. En la mayoría de las ocasiones, esos impulsos o intuiciones nos conducen a la respuesta inadecuada. Y es que no se trata de otra cosa que de atajos que tiene el cerebro, estrategias que ha desarrollado durante miles de años para ser más eficaz.

Porque, si realmente tuviéramos que decidir cosa por cosa, punto por punto, poner sobre una balanza pros y contra de cada caso, seguramente, hoy no estaríamos aquí. Nos hubiéramos extinguido hace mucho tiempo. ¿Se imaginan si nuestros antepasados, ante la presencia de un depredador, se hubieran parado a sopesar qué camino tomar, o si era mejor intentar matar al animal o salir corriendo?
¿A qué viene todo esto?
A mi eterna lucha por el uso irracional de la hiperconectividad…
¿Somos conscientes, que ya estamos dejando que las grandes corporaciones, están en ello? ¿Nos extrañará cuando los aparatos decidan por nosotros?
Seremos nada más que algoritmos, incapaces de enfrentarnos a los peligros que el futuro, que estamos palpando día a día, que nos atropella por el “querer” que estudió Darwin, nos invada y donde muchos jovencitos, bebés, ¡ya ni sepan cuanto es mil más mil! ¡QUE DISPARATE!
NO RENIEGO DE LOS ORDENADORES, DE LA MODERNIDAD, de lo que reniego es del riesgo que todo ello implica, del aprovechamiento de esas corporaciones que nos venden un mundo ilusorio, donde muchos se ufanan por decir “tengo 137” de amigos, dos mil ochocientos treinta y siete “likes” o “me gusta”, donde solo mostramos nuestra aparente felicidad, o nuestra cara más feliz.
Si ahora se habla de los que nacieron después del 1985 como LOS MILLENNIALS, cómo llamarán a los posteriores? 
Me asusta un poco, y me inquieta, ya que serán los que gobernaran un mundo, donde la gente solo pensará en comprarse un perro!!...
Como vi en una serie MUY INTERESANTE donde todo se rige a través de ello, hay un capítulo en la temporada nueva, donde la humanidad se rige por la cantidad de “likes” o de “me gusta” y los que no tienen determinada cantidad, serán los marginados de esa sociedad idílica, y serán los invisibles de un mañana, que puede ser mañana mismo, o a la vuelta de la esquina.
¡QUE TERRIBLE!

(CONTINUARÁ...y serán de varias cosas)

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Gracias JIM LIAO

GRITA MI CUERPO, POR TENER LA BOCA CERRADA ( 1RA, PARTE)

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Dibujo de EDWARD GOREY


Cuando el cuerpo me grita por tener la boca callada, me duelen  hasta los pelillos del culo...
¡Llevo varios días sintiéndome extraño, y me dicen que el cambio de clima, que la edad, que esto y que aquello!!
¡Y una mierda!

 perfectamente qué es lo que me pasa, y sé que todo lo que ocurre incide en nuestro cuerpo físico, en la mente, y sobre todo en el alma.

Hoy eran las cuatro y media de la mañana y me dije “Osvaldo, ya basta…”
PROU (¡Enough! ¡Basta!), como se dice en catalán, y me doy cuenta que ya no puedo más, con el mundo en general, mi vida en particular y todo lo que está aconteciendo, sumado a lo que estoy leyendo, viviendo, y observando.

Así que aquí estoy descargando en estas líneas, que comparto con vosotros. Y me dije “Listo, empiezo a dejar fluir por los dedos, y por aquí en este teclado descargo un poco de furia, ya que muchas me las debo callar, un gentleman a veces las ha de callar y mirar para un costado”.
Como cuando los perros se parearán y entre los gozos de los dueños por continuar su raza de pedigrí, miran a un costado como si en un acto de servidumbre y esclavitud se comunican telepáticamente:
“venga, ya, hagámoslo, así nos dejan de romper las bolas” …

Y pensé “sé listo y empieza a fluir”.
Y me di cuenta que todo ha de fluir, la vida, la tuya y la de todos está en constante y no siempre, en perfecto movimiento.

Has de fluir, soltar lo que ya no te sirve, dice mi psicóloga, pero ese estreñimiento tan acusado es porque no suelto situaciones, ni personas, ni pensamientos negativos nocivos.

Todo está resultando tóxico en este momento de mi vida.

Se que alejarme de estas situaciones, serían un descanso, pero los sitios donde puedo ir, son igual de tóxicos también. Así que aquí descargo…
Se me está produciendo tal tapón, que o me voy de aquí, o suelto y todo lo que tenga que salir, saldrá.
Por lo tanto, despierto y no me lo pienso más.
Me gustaría ser un “influencer” que cambiase el rumbo del mundo, de la humanidad de los pensamientos, pero no soy Rimbaud, ni Herodoto, ni Collins, ni Sófocles, ni nadie de ellos.
Cosa que por otro lado agradezco. Viviría encerrado en un calabozo psiquiátrico, enchalecado y las paredes acolchadas…

Bueno, Al menos algo a favor.



Ya vamos bien, estoy comenzando a darme cuenta de algo en esta madrugada de mierda que ni es invernal, ni otoñal, ni una mierda. Solo está fresca y húmeda, como debe ser, ya veremos cuando salga el sol. ¡Y ya veré por quién o qué comienzo, y de qué escribiré!
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Dibujo de JIM KAY