viernes, 14 de octubre de 2016

VAMOS CON UN POCO DE SEXO IMAGINARIO...



COMO IMAGINACIÓN ES LO QUE ME SOBRA, DE AHORA EN MÁS CREARE UN PERSONAJE QUE LLAMARÉ “DOMINIQUE” Y ¿POR QUÉ ESE NOMBRE? PORQUE ES UNISEX, SERVIRÁ PARA LOS Y LAS QUE SE RELAMEN CON CUENTITOS MEDIO EROTICOS O “ZARPADOS” (DESUBICADOS) COMO SE DICE EN VARIOS PAISES DONDE MAS ME LEEN.

Sacados de algunas experiencias propias y adornados para darle más picante...

Me pregunto qué mierda hacemos aquí los dos, metidos en la cama. 
Yo, chorreando desde la cintura para abajo como en mi vida, que creo que he mojado hasta las sábanas, y él con una erección descomunal que, me ponga donde me ponga, va invadiendo mi espacio vital sin pretenderlo, el pobre. Y es que sólo a nosotros dos se nos ocurre llevar hasta el plano empírico una discusión tan tonta como la que hemos tenido esta mañana.
- “Que no, Dominique, que si nos metemos en la cama tú y yo juntos no va a ser para dormir. Y no es por mí, que conste. Es que tú eres incapaz de acostarte ni conmigo ni con nadie sin abrirte de piernas. Si lo llevas de serie, como las luces antiniebla”.
Rafa es un amigo reciente, tan reciente como que nunca nos hemos acostado, pero es de los que se cree que me ha visto y me ha conocido, y no hay nada que me dé más rabia. Y lo ¿mejor? o ¿peor? es que es un bombero de verdad, de esos que podrían apagar el incendio del Empire State, meandole encima!!!!.
- “Que te crees tú eso. Eres tú el que no aguanta ni dos segundos conmigo en posición horizontal sin que se te suba el mástil de la bandera y caigas a mis pies, listillo. Y cuando quieras lo comprobamos”.
¡Zas!, guante lanzado ahí, al tuntún, y él, que en el fondo sabe que, pierda quien pierda en el desafío se está rifando un polvo, lo ha recogido sin pensárselo un segundo.
Así es que aquí estamos ambos, en mi cama, haciendo como que no nos damos cuenta del calor que generan nuestros cuerpos, intentando parecer quién menos nervios tiene, quién está con menos excitación, menos ansiedad para que  nadie rompa el ayuno.
Rafa ha sido elegante y, aunque presumo que todo forma parte de una pantomima que va a durar cinco minutos, en lugar de encamarse desnudo, como dice que acostumbra, me ha concedido la gracia de enfundarse un calzoncillo. Pero le veo sufrir tratando de holgárselo un poco para que la lycra no acabe por estrangularle el pene a la par que la erección, y me entran ganas de liberar su miembro de esa cárcel recalentada. “Que se fastidie”, pienso, y no le toco.
Aunque ganas no me faltan. ¿Cómo se me ha ocurrido a mí hacer una apuesta tan arriesgada con un tipo al que no había visto antes desnudo? Y madre mía cómo está… Si parece que le han esculpido a mi medida... Tiene la piel tostada, es pura fibra muscular, lleva desde que nos conocimos advirtiéndome que tiene las manos, las orejas y los pies grandes (y creo que con eso insinúa que el resto de los apéndices de su cuerpo también…) y hoy me he fijado en que su cuello es grueso, con una nuez prominente, de esas que entran ganas de lamer despacio. Si eso implica que el pene, además de largo va a ser ancho, para mí que lo que éste calza en la entrepierna es un bote de laca de los antiguos. Y a tenor de lo que abulta, creo que no me estoy equivocando demasiado.
Pero no, no pienso ceder. ¿Qué se ha creído aquí, que rindo pleitesía a la primera polla que tenga por delante, aunque ésta sea como una Coca-Cola familiar?… Y nó. Él tendrá su enorme herramienta, pero yo tengo mis armas…
Y, para empezar, he decidido completar el exiguo atuendo de mis “under wear” tailandés (en esta ocasión es algo de seda rojo sangre que se afloja tirando de una de las puntas del lazo que lo remata donde la espalda pierde su casto nombre) y una camiseta llena de agujeros que permite ver mi parte superior trabajada.
Una cosa es no querer ser quien se despelote primero, y otra no dejarle intuir mis pechos fibrados a través de las semi transparencias. Sé que ha visto mis pezones(la camiseta, tiene un agujero estrategico, justo alli) porque se da media vuelta (la enésima) y me pide que apague la luz.
- “¿Me das un beso de buenas noches?”. Lo sé. Soy mala persona. Más que mala, soy de una perfidia estudiada, porque, a luz apagada, siento el frufrú de las sábanas mientras se gira hacia mí y se inclina buscando mi cara.
Acerco un poco mi cuerpo al suyo, unos centímetros de nada, y me topo con la tienda de campaña de su slip. Mientras tanteo en busca de su cara, abro un poco las piernas y dejo pasar entre ellas el pequeño tipi (lo de pequeño es un decir, porque es de esas que coges con dos manos y te sobra una barbaridad). Sólo cuando lo siento colocado bajo la seda de mi under wear, cierro las piernas y le dejo ahí encajado entre ellas.
Pobre. Noto como contiene la respiración mientras le acaricio las mejillas con mis pestañas haciendo como que no acabo de encontrar sus labios, que rozo levemente con los míos. No creo que pueda considerarse siquiera un primer beso, pero tiene el efecto de la levadura en los bizcochos y su erección sube y se robustece tan rápidamente como disminuye mi voluntad. ¿Y me voy a perder yo esto? ¡madre mía!!!! Nó, pero quiero que se rinda él, así es que tengo que llevarle al límite cuanto antes.
Hago como que me sobresalto y amago una retirada urgente. La amago un par de veces con las piernas entreabiertas, con lo que el roce hacia delante y hacia atrás, consigue el efecto que persigo: Rafa gime y hunde la cara en la almohada para que no le escuche.Pero bufa despacito...
Me retiro suavemente y me doy media vuelta ofreciéndole mi retaguardia.
Siento una de sus manos acariciar el lazo de mi under y pienso que ya está, que se va a rendir, que va a tirar del extremo y se va a abrir camino por detrás. Pero no. Se limita a ponerme la mano sobre la cadera y me susurra al oído:
- “A ti lo que te gusta es hacer la cucharita, ¿a que sí?”, y va ganando centímetros poco a poco hasta que pega su pecho a mi espalda, su pubis a mi culo y con sus piernas empuja las mías de atrás hacia adelante, hasta que quedan en ángulo recto con el cuerpo.
Ahora me toca a mí comerme la almohada porque no esperaba esta maniobra subversiva y en estos momentos me siento capaz de mandar este experimento a la mierda y de sentarme sobre él, pero encajando de verdad todas las piezas.
No puedo protestar porque no está incumpliendo las reglas: no me está tocando con las manos, ninguna zona erógena, ni se ha despojado de su ropa interior, ni está penetrando de ninguna forma mis orificios, ni parece que se vaya a masturbar. Sólo ha sido un cambio de postura y una forma de economizar el espacio de mi cama de 0.95cm que me está enloqueciendo.
A punto estoy de rendirme otra vez, cuando veo la luz. 
O, mejor dicho, la siento, porque con cada inspiración, su caja torácica se hincha y sus bien formados músculos pectorales me acarician los omóplatos provocando escalofríos en mi piel.
Sonrío porque Rafa no lo sabe, pero estoy a punto de darme el placer de ganar esta apuesta. 
No siempre me sale, pero hoy estoy tan caliente, que sólo necesito concentrarme en su respiración, sus piernas bajo las mías, su pene apretando a lo largo contra la seda totalmente empapado ... y aguantar el aliento unos instantes. Para que vea que no hay trampa, le cojo de las manos y en ellas me sostengo tratando de no mover ni un músculo mientras cada leve y mínimo movimiento que él hace me llevan casi al límite. 
Pero me falta un poco más.
Así es que echo mano de la imaginación y con los ojos cerrados veo cómo me levanta en vilo para penetrarme contra la pared y… ya está.
Echo la cabeza hacia atrás un poco, para disfrutar de mi orgasmo, y mi pelo le hace cosquillas, así es que Rafa se menea lo justo para que yo no tenga más remedio que correrme (acabar) y a carcajadas.
- “¿Qué pasa, Dominique? ¡La puta madre que te ha parido!… ¿te has corrido?”. 
El pobre no da crédito a lo que acaba de suceder y en la penumbra acierto a leer en su cara admiración y excitación a partes iguales. “He sentido las contracciones de tu pubis… ¿Cómo lo has hecho?”.
- “¿Te rindes?”.

¡Qué demonios! Lo primero es lo primero. Y, ante su afirmación rotunda le arranco los calzoncillos y le atrapo entre mis piernas mientras él deshace por fin el nudo famoso y me sube la camiseta. “A ver si los tíos os enteráis de una vez de que el principal órgano sexual es el cerebro y este cacharro que tienes, aunque sea inmenso, es sólo una herramienta. Así es que ya puedes terminar el trabajito que has empezado en mi cabeza. 
Te doy una pista: tú me penetrabas contra la pared…”. 

Resultado de imagen de Jimmy Liao