jueves, 5 de julio de 2012

ESTRAGOS DE UNA TRISTEZA PROFUNDA

( esto es un hecho veridico, donde se han cambiado lugares y nombres, pero tristemente veridico!!!)

A Gaby le cuesta coger el teléfono. En un momento de lucidez escribe a su amigo Rogelio ( Roger, para todo el mundo) ése extraño SMS: "Estaré aquí para siempre. ¿Y tú?".

Son las tres de la madrugada, está en la cama, en el tercer piso de su casa, de la 82 west side street, casi frente al central park.
Ha bebido y se duerme. Ya ha vivido esta situación, la de sentirse con pesadez, como si algo aplastara, con el atontamiento por la bebida. Su amigo Rogelio, que subió a ver unos minutos antes, no observó nada anormal.

Es el mismo que va a echar un vistazo en su habitación a eso de las diez de la mañana. No se mueve. Él no se preocupa. Vuelve a primera hora de la tarde, intranquilo por ese silencio, repentinamente molesto.

"¿Gaby?".
No hay respuesta. Abre la puerta y se dirige hacia el cuerpo acostado boca arriba...

“¿Gaby?". Descubre a su amigo inerte en sus sábanas.

Después de tres horas de misterio, las primeras pruebas toxicológicas que se realizan al cadáver descartan una sobredosis de drogas, sin precisar la causa exacta del fallecimiento.

Roger, comienza a recordar cada instante, cada conversacion del último año...Cada una de las confidencias...

Los resultados definitivos indican una tasa de 4,16 gramos de alcohol por litro de sangre en el momento de la muerte. Con una tasa de 0,5 está prohibido conducir; 3,5 es el punto límite, la parte del cerebro que controla la respiración resulta afectada. Gaby ha bebido como una descosido, una vez más...La última...
Una vez más.

Ni siquiera había un vaso al pie de la cama, solo tres botellas de vodka vacías. Cayó en un coma etílico que pudo provocar un vómito en los bronquios, un enfriamiento de la temperatura corporal o una crisis epiléptica. Según las conclusiones de la investigación, su muerte es "accidental".

No era un suicida, tenía proyectos!!!!
Todavía me quedan cosas por hacer en la vida, repetía siempre en las reuniones que solía hacer en su casa...

Eso es suficiente para tranquilizar a un médico y deja a su paciente a eso de las ocho de la tarde, sin imaginarse lo que pasaría después. Puede resultar comprensible: 2012 no es el 2002, el annus horribilis del amigo.

Gaby ya no compartirá las rayas de cocaína con Alejandra mientras se desternillan delante de unos ratoncillos.
Gaby ya no se escarificará los brazos para atenuar el dolor causado por la falta de heroína. Su ex, la mujer que le hizo descubrir todas esas sustancias, duerme en la cárcel por intento de robo. Por eso unas copas al principio de la noche no son nada...

Desde hacía algunos años, los vaivenes alcohólicos caracterizaban a Gaby. En cuanto iba demasiado lejos, en cuanto sentía que daba lástima, dejaba de beber de golpe.

Esos periodos de sobriedad forzosa se prolongaban durante dos, tres semanas. Pero siempre volvía a beber, cada vez con más intensidad. Tras el desastre de la cena de fin de año de la empresa, donde era Gerente, en el que apareció patético, titubeando y mascullando palabras inaudibles sobre el atril dando un discurso, lo dejó todo. Quería superarlo, amar, vivir...

Aguantó tres semanas.
Entre la euforia y el abatimiento en una décima de segundo, su entorno no advirtió ningún peligro en especial. El muy tahúr, les había acostumbrado demasiado a volver a levantarse.

Su madre, Rose, lo visitó por sorpresa el día anterior a su muerte. No pudo impedir nada y solo pudo constatar la magnitud del daño. "Parecía ido, perdido. Solo era cuestión de tiempo", macabra reflexión. "Podía dormir horas y horas y siempre parecía que acababa de despertarse. Nos bebimos un té, vimos fotos de familia... Cuando me fui, me abrazó y me dijo: 'Mamá, te quiero".

La doctora Betty vigilaba la salud de Gaby desde hacia cuatro años. Vino a su domicilio ese día, sobre las siete de la tarde. Hacía poco le había recetado Rivotril, un medicamento que ayuda a combatir las crisis de ansiedad relacionadas con la abstinencia. Comprueba que Gaby ha vuelto a beber, pero no se alarma. "Gaby estaba achispado, pero podía mantener una conversación".

Cuando Betty le pregunta si tiene intención de dejar de beber, Gaby duda: "No lo sé". Y la doctora concluye: "No era una suicida, tenía proyectos. Y me dijo: 'Todavía me quedan cosas por hacer en la vida".

Durante este último verano Neoyorquino se encuentra razonablemente mal. "Gaby no hacía gran cosa, creo que estaba muy aislado", dice un amigo fotógrafo, que asistió al interrogatorio policial.

Sus amigos más queridos desde siempre, ya no llaman a la puerta de su casa de improviso. Ya no juega al billar durante noches enteras, como antes, en su garaje o en el primer piso de su pub preferido. Se aburre. Ya no existe pasión en la relación intermitente con su ex-pareja desde hace años, el de corazón y sentimientos engominado. Le quiere mucho, pero nunca supo escarbar en lo profundo de su alma.

Asustado por sus abusos y sus llamadas de teléfono regulares al “dealer” a la cárcel. Hoy, revela de manera poco creíble poniendo cara de circunstancias cuando explica, con beneplácito que Gaby era "una persona normal, cuerda y con buena salud".
En otro planeta, a lo mejor.

Pero en el norte de Manhattan, esa noche , Gaby encadenó los chupitos uno tras otro hasta el electroencefalograma plano. Sin embargo, todos saben que se habla de Gaby, un chico que se salvó de milagro de una sobredosis repetidas veces, una chico que cambiaba una adicción por otra, una chico que había vuelto a beber desde hacía poco, un chico que acababa de enviar un mensaje a otro en mitad de la noche, que hacía seis semanas que no la veía."Iba por buen camino"

¿Por qué una señal ahora? Él aún no lo entiende.
Y recuerda así su último momento juntos: "Estábamos viendo Scarface en nuestro sofá. Gaby quería comprar alcohol. Lo convencí para que se conformara con té. Nos quedamos dormidos. Y yo era feliz sabiendo que iba por buen camino". Pero luego resbaló.

Un tal Tony declara que Gaby le "pilló" en la calle y se lo llevó en taxi esa noche para que lo pusiera en contacto con un traficante de West Side. Éste, supuestamente le proporcionó crack y heroína por 1.200 dolares. Tony añadió ante la policía que había fumado crack delante de sus ojos, en el taxi, quejándose del acoso familiar. Pero, teniendo en cuenta que en las pruebas toxicológicas no hay rastro de estupefacientes, ¿qué crédito puede tener un viejo yonqui sin blanca, alcohólico y dispuesto a todo por unos billetes?

Bipolar y depresivo ¿Así es como muere un chico de 29 años? ¿Tan solo? ¿Se puede culpar de negligencia a su entorno?El médico que lo trataba observó un ligero estado de embriaguez. No avisó a nadie.

Estas personas olvidaron su naturaleza versátil, bipolar y depresiva. Su madre lo encontró como de costumbre, dormido y luego despierto, alegre y luego melancólico. Se preparaba para lo peor desde hace tanto tiempo que había acabado por convencerse de que eso no ocurriría nunca. Era insoportable. Vive en Buenos Aires, a una hora de la capital. Roger lo había dejado solo con sus demonios, sin mala intención.

Solo su querida abuela, Tina, habría podido hacerlo entrar en razón. Pero Tina, vivía ya en la telaraña de los recuerdos del alzheimer...¡Había esquivado la muerte tan a menudo!
La enfermedad de la abuela, hizo que Gaby, tuviera una época en que pasaba las noches vagando, destrozado, con Rogelio, las uñas ennegrecidas por el crack, los brazos cubiertos de arañazos y las piernas llenas de moratones. Su malestar, menos visible, seguía ahí.

Su corta vida fue como una carrera en un cometa!!!!
En tres años, el lapso de tiempo que separa el dolor, la desesperación, la pena, la droga y la dependencia le habían dotado de una potente y oscura fuerza interior, como la de una fiera madura y triste.
Un principio de enfisema diagnosticado mermaba su capacidad pulmonar. Era joven para una enfermedad de viejo.

En algunos de los videos familiares, se oye su timbre dañado y estropeado por los excesos. Su última grabación. En ella, la falta de brillantez y de energía es patente. Ya no tenía mucha voz. ¿Era irremediable? Adoraba sus paseos por la 5th Avenida, pero la frescura y el entusiasmo se habían atenuado. Era rico y le daba igual.

4,16 gramos de alcohol!!!!!

Se mató. Su muerte fue un accidente. Podría haber sucedido meses o años antes. Su vida fue muy breve y sus tormentos fueron interminables.
Un suicidio largo, salpicado de momentos furtivos de alegría y de sobresaltos pasajeros.
El destino predeterminado de un chico agotado antes de la treintena.

Me regalaron una pulsera!!!!...

No me gusta la naturaleza y creo que yo a ella tampoco.

No me gustan los maremotos, ni los volcanes en erupción, ni las serpientes que acechan debajo de las piedras para inyectarte su veneno, ni la jauría de monos con el culo rojo dispuestos a violarte en el momento que te adentras en la selva, ni los perros, ni los gatos, ni las moscas, ni las cucarachas, ni las palomas.

No me gusta el turismo rural ni quiero que me regales un fin de semana en una cuadra reconvertida en posada al norte de alguna provincia perdida.

No quiero morir de neumonía, ni meterme en la cama con los pies helados, ni cenar sopas de ajo, ni ponerme de mierda hasta los tobillos porque he tenido que ir a buscar los huevos al gallinero.

¿Entendido?

Parece que sí. Estas fiestas de San Juan, Serafín me ha regalado unas botas altas para excitarse mientras me ve pasear vestido únicamente con ellas, "Fleurs" un disco de Franco Battiato de 1999 que si yo hubiera conocido antes habría pirateado sin el menor atisbo de culpa, la Moleskine del 2011 y un juego de la Wii que me pondrá al nivel de Fernando Alonso en lo que a conducción de coches de Fórmula 1 se refiere.

Por su parte, mi amiga Carmen me ha regalado una pulsera Power Balance. Mi primera reacción ha sido la esperada: gritar desesperadamente como si fuera Al Pacino sosteniendo el cadáver de Sofía Coppola en la tercera parte de El Padrino.

¡¡¡¡¡Noooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooo!!!!!

Ella me mira con cara de no entender nada y me pregunta sorprendida si no me gusta.

Yo pienso que si fue capaz de creerse aquello de las armas de destrucción masiva por qué iba a dudar de los efectos terapéuticos de la pulsera.

Me la pongo, no quiero parecer desagradecido, aunque sé que la pulsera se irá a la basura en el momento que yo salga por la puerta.

Unos minutos después se obra el milagro, me llega un mensaje al móvil con el siguiente texto: "He soñado contigo".

El mensaje no es de un amigo cualquiera, es de uno de esos amigos que está superbueno, al que deseaste enfermizamente durante mucho tiempo y al que trataste de olvidar después de que te dejara claro que no quería nada contigo.

Te quedas confuso. Serafín te pregunta de quién es el mensaje y tu respondes que no es más que publicidad de Vodafone y, cuando no te ve, tecleas una contestación rápida: "Qué has soñado?".

Intuyes cuál es la respuesta. Si hubiera soñado que eras descuartizado por un ejército de alienigenas vestidos con camisetas del Betis no te habría escrito para contártelo.

Probablemente, si lo ha hecho, es porque el sueño no iba por allí. Silencias el móvil para que Serafín no vuelva a preguntarte quién te escribe en caso de recibir un nuevo SMS.

Esta vez te llega un mensaje mucho más detallado: "He soñado que follábamos sin parar. La primera vez lo hacíamos en la furgoneta de Bimbo de mi tío y yo conseguía que te corrieras muchas veces".

El móvil te abrasa las manos y lo arrojas al suelo. ¿La furgoneta de Bimbo? No entiendes nada.

¿Qué coño se contesta a eso? ¿Deberías borrar el mensaje? ¿Ha sido la Power Balance? ¿Estás dispuesto a vivir una doble vida?

Pues sí, en estos países las fiestas de San Juan, son una mierda y las carga el diablo.