lunes, 13 de agosto de 2012

Cómo fingir que dormimos...

Sueño Fingido...El de los auriculares y la mirada agresiva, del desapego social, en los viajes de más de una hora...De ésa clase de sueño fingido hablaré un poco...

Esa charla de viaje, de libre parloteo con el vecino del asiento de al lado, sobre las vacaciones calurosas, restaurantes carísimos, los goleadores de las liga Europea ( que no sé ni quiénes son!), de los gobiernos en crisis o del gobierno ladrón...
Ese tipo de charlas viajeras, no existen más:
Yo soy uno de ésos!!!!!

Esas conversaciones, se han convertido en una suerte de postal amarillenta en los tiempos del Smartphone...
En los autobuses, en los trenes y, sobretodo, en los aviones, donde en una época, cuando aún no existían los teléfonos con la “modalidad vuelo”, en la cabina, la charla se podía convertir en un modo de acortar las horas y era un motivo de debate en varias filas de asientos. Eso no existe más...
Gracias a Dios!...

Hoy por hoy, lo que se lleva y la moda sigue creciendo, es que esos 80 centímetros cúbicos, que es nuestro espacio vital en cualquier tipo de transporte, se convierta en nuestra trinchera, contra cualquiera que tenga intenciones de apretar el botón rojo de la invasión...
Sin excepciones, porque también y detrás de un inocente ¿“baja en la próxima”? O la genérica lamentación por el atraso, se puede esconder un viajante hablador, cansino y determinante...

La confirmación de la paradoja, y en la era de las comunicaciones, ésta se digita y se conecta con quien uno quiere y a nuestra propia voluntad. También en un viaje se habla lo menos posible, porque ademas, y en mi caso, he aprendido que hay que tener cuidado con quien está a nuestro lado, y no sea cosa que metamos la pata, y resulta que JUSTO NOS TOCO, que la persona de al lado, es amigo del amigo de...

A pesar de lo insoportable que resultan ser los sonidos, que uno pone en un teléfono móvil, y que sean plaga social de nuestros tiempos, éstos resultan una manera natural de compensación o al menos, una justificación para la huelga de la palabra...

Un fenómeno social, delante de nuestros ojos y sin fronteras, que demuestra la curiosa imagen de los comportamientos y estrategias de la gente que viaja en trayectos que van desde una hora de duración a...diez y seis horas de vuelo...16 !!!
Como las que debería hacer yo, en un viaje a Buenos Aires...

Un discurso que podría alargarse también a otros medios de transporte. Un discurso que bien podría llamarse, cómo no ser simpático con el compañer@ de viaje...

Esta manera de desapego social, bastante complicada, pero real definición que simplemente define una pasmosa explicación a la vocación de salvaguardar nuestra privacidad en lugares donde nos invade todo tipo de ruidos, ya que también y, convengamos, que si nos habla alguien que no nos importa, deja de ser un dialogo, para escuchar solo un ruido molesto en el fondo de nuestro canal auditivo...
En pocas palabras: Qué mierda me importa a mi lo que dice tu suegra o los ojos de la abuela que tiene tu hija????...

En italiano, hay una definición muy ventajosa para estas situaciones:
“ fatti i fatti tuoi”!!!!...

Dada la alta incidencia que se da y se ve, se podría elaborar hasta un plan, para los amantes de la tranquilidad a la hora de viajar.

Yo tengo mi propio catalogo, que comparto con ustedes, y que muchas veces resultó ser un remedio tranquilizador, a mi “famosa trinchera de vuelos”, evitando ser importunado, y manejar yo mismo la situación, cuando cualquiera tenga ganas de contarme su vida, y tener el coraje de creer que el hecho de oírlas/los, les de permiso para hablarme de cualquier tema...

El primer paso es elemental, definitivo: si el medio de transporte que nos toque, no tiene lugares pre-asignados, o al momento de su partida, existen filas vacías, hay que instalarse allí, invadiendo todo el espacio, claramente con la autorización de los asistentes de vuelo, no vaya a ser cosa que se desequilibre el peso del avión, no?

Si seguimos en la posibilidad de poder elegir, busquemos un vecino que no sea muy voluminoso, o sudoroso. Tampoco vestido estrafalariamente, y mucho menos si está muy pálido, o demasiado rosado, ni que hablar si tiene la nariz roja como un tomate!!!!

Estas características, son las primordiales que se han de tener en cuenta, si somos partidarios de defender a capa y espada nuestra privacidad y si de ésta hacemos un culto...

Otra de las características a tener muy en cuenta, son los potenciales vecinos que tienen un teléfono celular a la vista, dado que serán los que estarán todo el trayecto del viaje, hablando hasta por los codos, o sino se inventaran una conversación telefónica, con la damisela de turno, o el amante fogoso conquistado en el metro...

Otro de los elementos a los que hay prestar atención y mucho, es la mirada del vecino, ya que a nadie se le debería ocurrir sentarse al lado de alguien con la vista perdida, y si nos acordamos que hace unos años, un pasajero de la linea de autobuses Greyhound de Estados Unidos, un psicópata, acuchilló y decapitó a un desconocido, que estaba sentado al lado...y roncaba... Así que vale la pena tenerlo muy en claro...

Si después de éstas técnicas, el vecino o la vecina que tenemos al lado sigue en el intento de socializar, la manera inequívoca de neutralizar ésa resistencia, es mirándoles fijamente a los ojos, con los parpados caídos, y la mirada en blanco, lo que lograra el efecto deseado, también sirve la mirada de desprecio, lisa y llana...Ésto es el mejor detergente...

Es verdad que muchos utilizan la técnica del bolso, en el asiento vacío de al lado, o un libro, o los que fingen dormir en una posición descontracturada, y ni hablar si dicha posición viene acompañada de un físico abundante...

Entonces, señores y señoras, defensores de la tranquilidad en el viaje público, los que necesitamos de ese breve espacio, para leer, actualizar algún documento, iniciar la lectura de un buen libro porque no lo hacemos durante la noche, ya que apoyamos la cabeza en al almohada y morimos de sueño en el intento, luchemos por nuestro derecho a que no nos rompan las pelotas en un viaje.

Todo lo que os cuento, lo aprendí de un amigo romano, que cuando hacia el trayecto Roma – Firenze en el “Pendolino”, se colocaba los auriculares de los antiguos Walkman, mientras devoraba recortes de periódicos que le daba su secretaria, y un día le pregunte que mierda oía, y me dijo:...”nada”...

Los usaba, sin sonido, para que nadie lo perturbara, así podía leer lo que eran noticias generales, mientras cada viernes volvía a su casa.