lunes, 8 de noviembre de 2010

Responsabilidad, dignidad, integridad...

Hablemos de las responsabilidades y dignidades de las sociedades, ante los hechos conflictivos, o los que provocan en cierta manera su autodestrucción.

Yo no había nacido cuando la dictadura de Franco fusilaba, torturaba y expoliaba en nombre de Dios.

Tampoco cuando, en nombre del comunismo o la anarquía, un puñado de criminales asesinó a miles de inocentes sin que lo impidiera el gobierno legal de la República

Pero hoy sólo puedo sentirme legítimo ciudadano del mundo o de un país, si procuro que sepamos por quiénes y por qué fueron asesinadas todas las víctimas de todos los genocidios humanitarios.

Después, para merecer esa ciudadanía, debo reparar en lo posible aquellas barbaridades. Luego, quien quiera podrá, en fin, perdonarlas, aunque nadie deberá olvidarlas, nunca. Sólo así todos podremos asumir toda nuestra historia......

Por lo tanto quienes votaron a Bush o a Aznar por dar ejemplos actuales y conocidos, son también, responsables de la guerra de Iraq...
Con lo que digo que si los votantes no fueran “corresponsables” de los actos de quienes eligen, y, por tanto, de esa declaración de guerra, la democracia sería una farsa tan absurda como elegir a los gobernantes por sorteo.

Hitler ganó unas elecciones.
Y eso convierte a quienes le votaron en corresponsables morales de los crímenes que cometió, pero yo aún iría un paso más allá...Más aún...

Yo no voté a George Bush júnior...

Ni usted, ni muchos otros, pero como ciudadano de éste planeta soy, menos que quienes le votaron, pero también corresponsable de esa declaración de guerra a Iraq.
Igual lo es usted, votara o no a Aznar.

Si Estados Unidos es una democracia, los estadounidenses son responsables, en parte también de los actos de ése presidente, aunque no le hayan votado...

Es como que en cierta manera, deberíamos responsabilizarnos hasta de la viruela que llevó Colón a América y así, estaríamos llegando a la médula del asunto: la justicia.

Y siempre duele. Le está doliendo. Y, sí, es usted responsable moral de los actos de sus antepasados.
También de Colón.

Podrán decirme, Señor: mi moral y yo tenemos límite.

Pero ése límite de su responsabilidad será también el de su legitimidad como ciudadano y el del orgullo de serlo.

Yo no esclavicé a nadie, pero, como ciudadano del mundo,también soy responsable de la esclavitud y eso significa que asumo la reparación moral ( y en la medida de lo posible la material) que un país debe a los esclavos y sus descendientes.

Pero aunque yo no descienda de esclavistas, y si quiero beneficiarme hoy de las ventajas de ser un ciudadano modélico y estar orgulloso de serlo, también debo asumir los crímenes en su historia y repararlos.

Reagan indemnizó con los impuestos y beneplácito popular, a los estadounidenses que fueron encerrados en campos de concentración durante la II Guerra Mundial; de igual forma, Tony Blair pidió perdón a los irlandeses por el injusto trato que Gran Bretaña les deparó durante siglos...
Y por esa misma razón, los alemanes jóvenes de hoy han sufragado con sus impuestos daños infligidos a los judíos por el nazismo.

En una guerra, se produce una colisión entre la necesidad de justicia y la de convivencia. Y no es fácil juzgarlos desde la distancia histórica.

A menudo, al principio es imprescindible cierta amnesia para la convivencia, pero sólo podemos admitirla de forma pasajera, y la prueba es que, cuando una democracia se restablece, la siguiente generación siempre necesita asumir su pasado, esto es: enfrentarse a él para bien y para mal.

Pasa en Alemania y pasa en Timbuctú...

Un ejemplo de lo que digo es que se ha penalizado al juez Garzón por investigar ese pasado.

Garzón trabajaba para que fuera posible ser ciudadano español con dignidad: un ciudadano consciente y responsable de las atrocidades de la historia de su país, un ciudadano que las esclarece, las afronta y después las repara. Sólo así puedes sentir la dignidad , y si se quiere, el orgullo de ser español.

Tampoco es mejor olvidar y seguir adelante, porque olvidar y perdonar son cosas diferentes.
Sólo puede haber justicia y, por lo tanto, perdón si no hay olvido.

En Argentina hubo una amnistía con olvido.

No hay amnistía válida moralmente si va acompañada del olvido.
En el caso de la dictadura argentina, no habrá justicia hasta que se esclarezcan los hechos y se reparen e indemnicen en la medida de lo posible, y como corresponde.
Primero todos tienen que aceptar la verdad, después repararla y luego podría llegar el perdón.

¿Dónde está el límite en el tiempo y el espacio de la responsabilidad moral y de la justicia universal? ¿Soy responsable de todos los crímenes de la humanidad sólo por ser humano?

Es la gran pregunta ética de nuestra época que trato de analizar, pero me doy cuenta que no tiene respuesta simple.

Se irá respondiendo a medida que nos definamos, ya que los límites de la justicia los pondrá nuestra definición de nosotros mismos: ¿somos seres humanos o sólo españoles, o sólo argentinos, o sólo qué...?
¿O todo a la vez?

Las identidades que uno asuma darán la medida de su responsabilidad moral y, por lo tanto, de su dignidad como persona