domingo, 27 de febrero de 2011

El hoy te cambia el mañana.

Nadie llega a la ancianidad como nos gustaría: envejecemos en un sitio y nos pudrimos en otros.
En la boca del lobo no hay ateos y yo busco a Dios: los ateos no existen.

A los siete años, volviendo a casa del colegio, me dije un día: “Soy escritor”. Y al llegar le pedí papel a mi madre: ¡era tan divertido juntar una palabra tras otra!

Mi Abuela leía las esquelas del diario.
Era su gran momento del día: su triunfo sobre la muerte: “Mira: ha muerto con 60 años... ¡Qué idiota! Y este ¡Con 45! ¡Imbécil!”.
Hoy en día, cuando tengo ganas de escribir sobre las guerras, siento que me cuesta mucho trabajo y que no puedo. Por respeto a los muertos.

Mi abuelo y mi papá, quienes hicieron la 1ra.gran guerra mundial, y luego la 2da.. respectivamente, me decían, que cuando se reunían los veteranos del batallón, la noche antes no podían dormir porque la guerra seguía viva dentro de cada uno y todavía se veían como los jovencitos que eran...

Hay cosas que ninguna película o historia cuenta, y es la que narradas en primera persona por ambos, se referían a las inyecciones, que les daban para “endurecer” el corazón, cuando debían pelear grandes batallas...

Otra que “endurecer” el corazón, les aplicaban en el centro y debajo del tórax a la altura de las aurículas, potentes dosis de adrenalina y testosterona, para que peleasen como pitbulles, a los que se les quisieran arrebatar la comida...

Así fué como mi padre, que era capitán, ademas de no sentir nada por los que
murieran del campo enemigo, pudiera pegarles un tiro en la cabeza a quines eran de su batallon y alcanzados por obuses o granadas,quedando destartalados, amputados, o a punto de morir desgarrados pero quedaban aún con vida, y debía cumplir la orden de sus superiores “un tiro en la sien y acabas con su sufrimiento y ahorramos medicinas para los menos graves que puedan seguir luchando”...

Pobre viejo, como para que nunca tuviera ganas de contar su pasado, ése era uno de sus motivos!!!!

En un examen rutinario le encontraron un cáncer de próstata, y diabetes de grado 3, y allí cambiaron de nuevo todos sus valores y sus sueños de gloria.
Tenía sólo 50 años!!!!...una vida por delante aún!!!!!

Lo esencial pasó a ser una tontería y las tonterías de repente se convirtieron en esenciales.

Dicen que escribir sobre estas cosas ayudan a superar la muerte y una mierda!!!!

Ante la muerte no sientes nada; ni siquiera miedo: sólo un vacío inmenso y entonces escribir se vuelve al mismo tiempo lo más y lo menos importante. ¿Se entiende?
 
En aquel vacío toda tu vanidad se te revela una idiotez, pero, al mismo tiempo, que te lean es tu única victoria posible sobre la muerte
A mi viejo lo operaron de cáncer de próstata cuando yo tenia 13 años, y en aquella sala de cáncer de un hospital privado de nuestro barrio había niñas de 7 años con peluca ante teles que no miraba nadie; ante revistas que nadie leía. Nadie hablaba con nadie...

Pero mi papá tenia muchos pero muchos amigos.

Tras una noche de soledad absoluta mirando una pared –el cáncer le había devuelto la lentitud de los días de su infancia–, venían a verle: “Peppino ( diminutivo amistoso de José), pronto iremos a cenar juntos”. Y soltaban tonterías y falsedades.
De buena fe y para ayudarle.
Pero de entre todas aquellas mentiras sólo me ayudó la voz sincera de un amigo pintor que al verlo le miró a los ojos y le dijo: “¡José, aguántate!”.

Indirectamente tuve un aprendizaje y por ósmosis adquirí la libertad interior que tenia mi padre.

Lo importante es la cercanía entre unos y otros, y el amor, más que la confesión concreta que tú tengas.

Así que también aprendí a dar seguridad y que dándole la mano toda la noche, se la acariciaba, dándole besitos cortitos.
Esas cosas me hacen feliz.

Y, por supuesto, aprendí algo muy grande: que la vida la puedes perder en dos segundos

La muerte de un familiar se lleva mal. Muy mal, a veces no puedes ni calmarles el dolor, pero incluso entonces han agradecido mi presencia. La capacidad de aceptación, de, a pesar de vivir ese sufrimiento y no renegar, me parece inmensa.

Con el paso de los días y de las eternas noches, las mismas que mi madre dormía en el lecho de mi padre, y yo acurrucado en un silloncito, se terminaron cuando al día siguiente, apareció el cirujano, y nos dio la mejor noticia del mundo...

Inexplicablemente el cáncer de próstata había desaparecido!!!!!

Es por eso que la lección aprendida por mi a los 13 años, es que hay que estar satisfecho de uno mismo!!!!

Realizar lo que llevas dentro y asumir lo que te ocurre. El hoy no lo puedes cambiar, acéptalo y trabaja para cambiar el mañana.