Dibujo de JIM LIAO Qué genio!
Jamás me consideraría
un ejemplo a seguir y, me doy cuenta mientras está el hijo de una amiga mía (Tomás),
desde que éramos pequeñajos, y me atrevo a decírselos. Aunque creo que lo que
hago es contarle un poco cómo he actuado yo en la vida y como me ha ido.
Unas veces
estupendo.
Otras para la
mierda.
Pero eso hay
que vivirlo, ya que, si lo cuentas de una manera serena y dejamos en claro que,
soy el primero en caer en distracciones y, contagiarme del estrés de la
sociedad actual…
Pero…
Sí, claro,
siempre hay un pero en la vida de todo ser humano.
Cuando era
joven llevaba una buena vida, ganaba de sueldo el doble o a veces el triple de
lo que ganaba el resto, y a veces me sentía vacío, y un día decidí buscar una
nueva forma de vivir, que me llenara interiormente y fue cuando comencé a leer filosofía
budista de grandes maestros tibetanos.
Lo que el
Dalai Lama llama, “la gran inspiración de humildad, es lo que dará paz en
el mundo”
Leyendo
diferentes escritos, uno comienza a conocer que, con la esperanza de encontrar
un nuevo camino, se va avizorando en el trayecto, cachitos de felicidad que
antes uno no veía.
Repentinamente
vas descubriendo que pasa por ser responsables de nosotros mismos, darnos
tiempos, esfuerzos, serenidad interior y, descubrir que no dependemos de nadie,
ni de nada.
Es más, creo que si bajara a la calle y preguntara a la gente si es
feliz, recibiría respuestas del tipo “que mierda le importa”, o una contestación
plenamente positiva.
Reconozco que es difícil
ser positivo con los tiempos actuales, sería un necio.
No puedo convencer a la gente que sea positiva,
la gente no se convence tan fácilmente, en sus genes está instalado: Es bueno
para mí, o me da igual, o no lo voy a hacer ni en pedo.
¡Es inútil!
¡Es inútil!
Y como sé que me pongo peleón, en una sociedad
donde lo material es lo único importante, creemos que es allí donde está la
felicidad de todo lo que queremos.
Soñamos, con cosas irreales, con cosas que no
van a suceder nunca, a menos que hagamos cagadas, o ganemos alguna lotería de
ocho dígitos, como mínimo.
O
sea, nunca seremos felices si apuntamos solo a eso.
Es imposible satisfacer todos nuestros deseos, así
no ha sido nunca la vida humana, salvo para algunos (muy pocos, tocados por la
varita mágica).
Las cosas que son un lujo en otros países,
nosotros las tenemos cubiertas por nuestras necesidades básicas. ¡Y no lo
vemos!
¿Cómo
no podemos ver que darnos tiempo para cada cosa, es lo más apreciable que
podemos obtener?
Por ahora, en este momento, creo que la
felicidad tiene que ver con la paz interior, con estar contentos, con la alegría,
con cagarnos de risa, con el saber apreciar cada cosa, con despertarme con la alegría
que tenemos un nuevo día... Sea el que sea luego.
En pocas palabras, a mí me llevo unos años darme cuenta que se trata de una cuestión de actitud.
En pocas palabras, a mí me llevo unos años darme cuenta que se trata de una cuestión de actitud.
La
actitud con la que afrontamos y peleamos la vida….
La felicidad material no es la
felicidad, es una satisfacción de deseos, como cuando estamos a la caza de un
polvo y satisfacemos, por siete minutos, nuestros instintos…
¿El porqué de esta comparación? Simplemente,
porque estamos diseñados a que cuando cumplimos un deseo, ya estamos pensando
en el próximo deseo.
Como con un polvo…Somos insaciables…Todo ha de
ser para ya, yá, o ayer.
Por eso es importante la serenidad del alma,
porque si solo pensamos en la necesidad de cubrir solo nuestros deseos
materiales o de placeres, vamos a estar siempre corriendo detrás de eso, y es
una carrera que nunca terminará.
Pero, qué le vamos a hacer, son elecciones, decisiones personales. ¿No?
No creo que esté bien o mal enfocado, solo que
seamos más inteligentes, y estemos como dice mi amiga Rebeca: “alerta, atenta y
en guardia”. Y si crees que ese camino no te ha satisfecho, cambiemos.
Lamentablemente es la tendencia generalizada,
porque nadie nos ha enseñado a vivir. Sí, nos enseñaron a memorizar, ¿pero a
pensar?...
¡Y a vivir y luego morir, ya ni hablemos!!!!!
Vivimos copiando los ejemplos de los demás,
nadie nos explicó cómo funciona por dentro. Yo también era así, pensaba que sería
el tipo más feliz del mundo consiguiendo algo, pero una vez que lo conseguía,
me aburría, o me pasaba eso antes de llegar a la meta.
¿Que cómo cambié?
¿Que cómo cambié?
Con las dolencias. Las del cuerpo y la del alma,
esas que te taladran el cerebro, el corazón y el cuerpo, y nadie puede hacer
nada por uno. Solo somos nosotros los que podemos cambiarlo, o vivir una vida
de lamentos.
Tengo mis días malos, claro, como todo el
mundo, pero me doy cuenta de porqué y, me lo permito uno o dos días, y luego
les doy una patada en el culo.
No quiero ni puedo permitir que me desvíen del
camino en el que tengo que estar, y eso a mí me hace feliz.
No necesito nada para estar feliz. ¡Esto ya me
hace feliz!
Es entonces que, cuando reacciono, comienzo a
pensar en todas las cosas que tengo que agradecer, mando todo y a todos a la mierda, y mi
mente cambia.
(CONTINUARÁ)