viernes, 10 de febrero de 2017

ALCANZAR LA FELICIDAD…

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Dibujo de JIM LIAO Qué genio! 


Jamás me consideraría un ejemplo a seguir y, me doy cuenta mientras está el hijo de una amiga mía (Tomás), desde que éramos pequeñajos, y me atrevo a decírselos. Aunque creo que lo que hago es contarle un poco cómo he actuado yo en la vida y como me ha ido.
Unas veces estupendo.
Otras para la mierda.

Pero eso hay que vivirlo, ya que, si lo cuentas de una manera serena y dejamos en claro que, soy el primero en caer en distracciones y, contagiarme del estrés de la sociedad actual…
Pero…
Sí, claro, siempre hay un pero en la vida de todo ser humano.

Cuando era joven llevaba una buena vida, ganaba de sueldo el doble o a veces el triple de lo que ganaba el resto, y a veces me sentía vacío, y un día decidí buscar una nueva forma de vivir, que me llenara interiormente y fue cuando comencé a leer filosofía budista de grandes maestros tibetanos.
Lo que el Dalai Lama llama, “la gran inspiración de humildad, es lo que dará paz en el mundo”

Leyendo diferentes escritos, uno comienza a conocer que, con la esperanza de encontrar un nuevo camino, se va avizorando en el trayecto, cachitos de felicidad que antes uno no veía.

Repentinamente vas descubriendo que pasa por ser responsables de nosotros mismos, darnos tiempos, esfuerzos, serenidad interior y, descubrir que no dependemos de nadie, ni de nada.

Es más, creo que si bajara a la calle y preguntara a la gente si es feliz, recibiría respuestas del tipo “que mierda le importa”, o una contestación plenamente positiva.
Reconozco que es difícil ser positivo con los tiempos actuales, sería un necio.  

No puedo convencer a la gente que sea positiva, la gente no se convence tan fácilmente, en sus genes está instalado: Es bueno para mí, o me da igual, o no lo voy a hacer ni en pedo. 
¡Es inútil!

Y como sé que me pongo peleón, en una sociedad donde lo material es lo único importante, creemos que es allí donde está la felicidad de todo lo que queremos.
Soñamos, con cosas irreales, con cosas que no van a suceder nunca, a menos que hagamos cagadas, o ganemos alguna lotería de ocho dígitos, como mínimo.

O sea, nunca seremos felices si apuntamos solo a eso.

Es imposible satisfacer todos nuestros deseos, así no ha sido nunca la vida humana, salvo para algunos (muy pocos, tocados por la varita mágica).

Las cosas que son un lujo en otros países, nosotros las tenemos cubiertas por nuestras necesidades básicas. ¡Y no lo vemos!

¿Cómo no podemos ver que darnos tiempo para cada cosa, es lo más apreciable que podemos obtener?

Por ahora, en este momento, creo que la felicidad tiene que ver con la paz interior, con estar contentos, con la alegría, con cagarnos de risa, con el saber apreciar cada cosa, con despertarme con la alegría que tenemos un nuevo día... Sea el que sea luego.

En pocas palabras, a mí me llevo unos años darme cuenta que se trata de una cuestión de actitud.
La actitud con la que afrontamos y peleamos la vida….

La felicidad material no es la felicidad, es una satisfacción de deseos, como cuando estamos a la caza de un polvo y satisfacemos, por siete minutos, nuestros instintos…

¿El porqué de esta comparación? Simplemente, porque estamos diseñados a que cuando cumplimos un deseo, ya estamos pensando en el próximo deseo.
Como con un polvo…Somos insaciables…Todo ha de ser para ya, yá, o ayer.

Por eso es importante la serenidad del alma, porque si solo pensamos en la necesidad de cubrir solo nuestros deseos materiales o de placeres, vamos a estar siempre corriendo detrás de eso, y es una carrera que nunca terminará.

Pero, qué le vamos a hacer, son elecciones, decisiones personales. ¿No?
No creo que esté bien o mal enfocado, solo que seamos más inteligentes, y estemos como dice mi amiga Rebeca: “alerta, atenta y en guardia”. Y si crees que ese camino no te ha satisfecho, cambiemos.

Lamentablemente es la tendencia generalizada, porque nadie nos ha enseñado a vivir. Sí, nos enseñaron a memorizar, ¿pero a pensar?...
¡Y a vivir y luego morir, ya ni hablemos!!!!!

Vivimos copiando los ejemplos de los demás, nadie nos explicó cómo funciona por dentro. Yo también era así, pensaba que sería el tipo más feliz del mundo consiguiendo algo, pero una vez que lo conseguía, me aburría, o me pasaba eso antes de llegar a la meta.

¿Que cómo cambié?
Con las dolencias. Las del cuerpo y la del alma, esas que te taladran el cerebro, el corazón y el cuerpo, y nadie puede hacer nada por uno. Solo somos nosotros los que podemos cambiarlo, o vivir una vida de lamentos.

Tengo mis días malos, claro, como todo el mundo, pero me doy cuenta de porqué y, me lo permito uno o dos días, y luego les doy una patada en el culo.

No quiero ni puedo permitir que me desvíen del camino en el que tengo que estar, y eso a mí me hace feliz.
No necesito nada para estar feliz. ¡Esto ya me hace feliz!

Es entonces que, cuando reacciono, comienzo a pensar en todas las cosas que tengo que agradecer, mando todo y a todos a la mierda, y mi mente cambia.


(CONTINUARÁ)

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