jueves, 5 de octubre de 2017

¿COMPRARLO TODO?

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Estupendo dibujo de Ricard Opiso




¿Quién soy?... ¿qué estoy haciendo aquí?...
Quien más quien menos, alguna vez nos hemos preguntado lo mismo, y nos damos cuenta que creemos que dirigimos nuestras vidas, cuando en realidad somos conducidos por el destino, y que como en la mitología, está siendo hilvanado por las diosas de la vida…

Todo tiene su propia música, lo vemos en los hombres y en el universo, no existen dos cosas idénticas…

Es una manera “espiritual” de decir que todos somos Dios, pedacitos exactos de la creación.

Tenemos que saber manejar la sabiduría de la cotidianidad, el respeto al Sol y la Luna, a los cuatro elementos y a la madre naturaleza.

Ahí está todo, incluido el significado de nuestra estadía aquí en la Tierra. Parece que tuviéramos el libre albedrío, pero no existe, las leyes del equilibrio nos manejan.

Por eso, cuando uno se levanta, se pregunta: "¿Quién soy?, ¿qué estoy haciendo aquí?". No como quien se lava los dientes, no. Pero responder a eso tiene que ver con nuestras esencias, la que transita de generación en generación.

Me han pasado cosas muy extrañas en la vida, ya lo habrán leído, pero hace como 5 años, más o menos, fui a Francia, al monasterio al que iba Carlomagno. Reconocí cada peldaño de su escalera, supe que había estado allí en alguna oportunidad y en la parte alta oí unos coros cantando.
“¡Qué bien cantan los monjes!", dije, pero no había monjes cantando; o sí y, simplemente, no podíamos verlos.
Y todo esto tiene que ver con la sensibilidad profunda, porque si uno quiere puede ser un Dios y, si se pone, puede ver hacia atrás, sólo hay que quitarse la maleza.

La que cubre al egoísmo, la mentira, los malos pensamientos; hay que ponerse armónico con el universo, y eso se ve en la cara. Pero en este momento en el mundo todos estamos enfermos por las ansias de tener, cuando en realidad todos somos ricos: tenemos la vida.

¿Y saben qué? Muchas veces siento que mis pensamientos, cuando logro sacarlos de mi cerebro a través del lenguaje, la gente entiende y descubre, de forma sanadora, que yo no soy de aquí, que soy de allá, de un lugar donde a las seis de la mañana el sol resplandece, donde escupes una semilla y nace una planta.

Por eso creo plenamente en el corazón del realismo mágico. En la magia y me sucede todo el rato.
Como a Gabriel García Márquez que transmite las historias de la gente con su pluma mágica.
Se trata de lo que uno ve, pero no entiende, o que entiende, pero no ve, tan real como es eso.

Por eso entiendo que las desigualdades han ido progresando por las ganas de tener y de querer ser estrellas a cualquier precio.


A través de la verdad, se pueden formar buenos ciudadanos; si uno ama su identidad, no es fácil comprarlo con unas zapatillas Nike o con ropa de Gucci…

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