viernes, 18 de noviembre de 2016

LAS ANDANZAS DE DOMINIQUE...




Como estuve en huelga de brazos caídos, medio que salí del sopor de vagancia absoluta y no sabía si escribir sobre Darwin (que aún sigo descubriendo), Empédocles, Sófocles, Confucio o algún relato erótico. Me decanté por esto último, y para los que recién comienzan a leerme, Mi personaje protagónico se llama "DOMINIQUE", que no es ni masculino, ni femenino. Eso lo dejo a gusto del lector.


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By Jim Liao

Recuerdo una época en que todo el mundo estaba en huelga, todos los gremios, ¡hasta el de putas!
Pero pensé: ¡Huelga de sexo!  El que era mi novio por aquella época ( el bombero, ¿recuerdan? ) decidió que, si yo seguía en esa postura política, que yo presumía erótica, su deliciosa hiperactividad sexual poco a poco fue encaminándose a otros sitios que estaban más allá de nuestra cama…
Volvió como un poseído a practicar TODOS los deportes conocidos y algunos más que ni se cómo se escriben (esos chinos), cosa que hacía antes de conocerme. ¡Claro, fue conocerme y vivir exhausto, otra que deportes si conmigo los hacia todos!
Pero como todo, pasado el tiempo y las miles de maneras kamasutrescas, paso lo que pasa con todos los tíos así.
¡Se apuntaba en todos los días libres que tenían sus compañeros, y cuando no lo conseguía, siempre encontraba alguno que estuviera dispuesto a tirarse desde un puente con esas sogas elásticas! Muy parecidas, pero de tamaño hogar, a las que tengo guardadas en mi armario.
Hay que contar también que antes de la huelga mía, el señor se despertaba a cualquier hora, y en lo mejor de mi sueño, me despertaba con frotamientos, y cunnilingus, que al inicio era gracioso, pero a los pocos días, yo me sostenía en las esquinas como si estuviera con un jet lag eterno, y hasta me picaba la zona cero. ¡Claro, mi novio tenía siempre una barba que pinchaba como alfileres, cuando amanecía. Esa cara cuadrada, de mentón tipo candado, y cuello como el de un toro.!
Un día volviendo de mi médico, porque creía estar con anemia, me le puse de frente de pie y le planté cara:
Aquí hay que volver a las horas coherentes, sino me harás tomar medidas drásticas y desesperadas. 
Lo peor de todo es que ni me prestó atención.
Así que me declaré en huelga, acaso ¿no lo hizo Lisístrata en Atenas? Por lo tanto, yo no sería menos en mi casa ¡y mucho menos en mi cama!
¿Que quien es Lisístrata? En Wikipedia está bien explicado, pero más o menos es así: Para ganar una guerra, todas las mujeres de Atenas y Esparta deciden dejar a los hombres sin sexo, hasta que logran que se firme la paz entre ambas naciones.
Así que pensé que, si ella lo había logrado, ¿no podía yo conseguir más atención de mi chico?, que hasta ¡¡¡¡¡se había unido a un equipo de fútbol!!!!!
Y al día siguiente me puse a redactar un contrato decreto que ponía como duración: “Depende” …A condición que fuéramos a la cama a negociar.
Mis condiciones eran que si no lograba un compromiso de un acto sexual por cada escapada deportiva no pararía con esa huelga. Obviamente, no pretendía dejarlo sin sus hobbies, pero ¡yo tampoco sin el mío!
He aquí algunos de los puntos más graciosos: 
"Durante el periodo de huelga, las dos partes tienen la obligación a no contratar servicios sexuales o eróticos ajenos, tanto gratis, solidario, o pagado”. La pena sería la de expulsarlo a la casa de su señora madre.
"Tanto tú como yo, tenemos el derecho de pasearnos en pelotas, por toda la casa, pero mirando y no tocando”.
Pensé que así sería más fácil mover el ánimo de alguno de los dos y de no lograr un acuerdo, al menos, nos alegraremos la vista.
Pero lo peor estaba por llegar...
En esa época yo no tenía el ejemplo de los conductores de Metro o de autobuses, eso había que regularlo, ya que esos gremios se habían pasado los contratos y los servicios mínimos por el mismo culo.
Me puse el dedo en la mejilla y pensé qué mierda eran los servicios mínimos.
¿Se la tenía que chupar una vez a la semana?
¿Tendríamos que echar un polvo de vez en cuando, y yo tendría la libertad de levantarme y dejarlo con las ganas?
Al final, hice mierda el contrato de condiciones y pegué en la puerta de entrada de casa unas hojas mezclando dos de mis lemas favoritos: "Hagamos el amor y no la guerra" y "si no puedes derrotarlos, únete a ellos". Y en el espejo del baño escribí que la huelga sería a la japonesa.
Fue escribir esas notas por toda la casa y tener un éxito sostenido…
Para las próximas huelgas que lleguen, creo que todos los problemas laborales se deberían negociar de esta manera.

Y en este país de aburridos sexuales, en lugar de una huelga general sería una orgía en toda regla.

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By Edward Gorey