viernes, 16 de diciembre de 2011

Lo bueno de no tener mucha memoria...

Hoy he tenido “chapa y pintura”, o sea psicoanalista, no iba a ir, llamé, y me amenazó, con no atenderme núnca más...
Fui, claro que fuí, y a medida que avanzaba en mis relatos, me dice, que cualquiera de mis historias dan para una película, para una novela, y creo que mas que nada, dá para una reproducción plagiada del infierno del dante, ya que descubrí, unas cositas que seguro se debe haber movido mi única neurona y la sacó a relucir por algún conducto, vaya uno a saber por dónde????

Pero, nada es comparable al aliento de una voz humana, a un suspiro de esos, donde te das cuenta que al exhalar, te quitas un peso de encima...¿Y esto? ¿Qué mierda era?????

Entonces me doy cuenta que es un relato autobiográfico
que más bien medita, sobre lo que significa intentar vivir y dejar vivir...

Mientras hablaba, mantuve un tono de voz suave, corrigiendo en ocasiones el significado de lo que quería decir, entre risas histéricas....

Hablé con absoluta vehemencia sobre mi pasión: perderme en mis recuerdos, una y otra vez, añorando lo que fué...

Conversamos sobre mi último post, un relato que es mas o menos autobiográfico, que más bien medita sobre lo que significa: libertad, una forma de ser.

Si es por eso, soy un millonario en maneras de ser, y tal como me autodefino en varias ocasiones en el mismo, además de escribir, lo combino con la relación que tengo entre la vida y la muerte, y no obstante a mi me complace ser una suerte de adalid de la verdad...

En realidad los temas que toco son como ensayos, donde la vida es algo que se enciende y se apaga.

El libro se abre y se cierra con la idea del fin.
¿Pero cómo acercarme a cosas graves como la muerte con algo de humor? Pensé que pasando por diferentes ensayos era la manera perfecta de desdramatizarla. 

El sexo complaciente e indiscriminado equipara perfectamente con la tumba o una urna funeraria.
Para el sexo, el preservativo, es su pequeño mausoleo.
Nosotros terminaremos todos igual.

Nos consumimos hasta acabar enterrados. Pero defiendo el arte de conquista por encima de todo porque es un acto libre que ayuda a pasar la vida. Cada uno es dueño de su ser. Como yo que fumo en compañía de mi querida muerte.

Pero en ésta ocasión reconozco que el tabaco agujerea mi memoria…Como los alcohólicos, en un vaso...

Sí, soy consciente. Siempre he tenido mala memoria y eso me encanta.

Es para mí, una facultad del alma dolorosa.
En cambio, el olvido es un servidor fiel, porque olvidar es empezar de nuevo cada día y te permite no sentir las faltas, las desapariciones, el pasado.
Por eso siempre lo elogio, que me ayuda a olvidar, pero se compensa con esos objetos que me ayudan a recordar ciertos episodios de mi vida.

Cuando uno envejece los objetos son necesarios para recordar, la memoria se convierte en sensitiva.

Aun así hay que vivir la vida como si fuera un riachuelo que simplemente fluye y se va.
Los objetos, me ayudan a recordar.

Eso me parecía perfecto,es un acto de libertad como tantos otros. Acabamos convirtiendo lo bueno en malo. Hacer leyes me parece muy fuerte.

Sí, hay que educar al pueblo a no caer enfermo de las crisis, pero hay que tener en cuenta que todo individuo es libre y que el olvido puede resultar un placer. Los memoriosos son ahora gente nerviosa, tantas leyes les provocan crisis.

El olvido, o la memoria es una droga muy ligera que se esfuma y que acompaña excelentemente al trabajo intelectual, la poesía, la prosa.

Se nota que muchas obras de escritores han sido concebidas bajo su influjo. Es un compañero del pensamiento, de la idea que se persigue. Hay algo en el hecho de todo esto que es metafísico y que te lleva al cielo de las ideas.

Estoy de acuerdo con Manuel Machado: "La vida es como un cigarrillo; unos la fuman deprisa y algunos la saborean"? 

Es interesante la frase porque en realidad la vida o se pasa deprisa o se vive saboreándola.

Con el tabaco, si se fuma deprisa y mucho, puede ser peligroso; no lo es si se fuma saboreando. Puede convertirse en un arte, en una forma de vivir.

Los ademanes de mi madre cuando se ponía a fumar me resultaban graciosos: sacaba su pitillera de plata, su boquilla de marfil y filigranas de oro que aun conservo, regalo de mi padre, la abría, la ofrecía... formaba parte del arte de vivir.

Ella, mi madre amaba el gris...y ahora quiero aludir a él porque es el color de la ceniza. Pero también es un color extraño: en ocasiones puede ser de lo más maravilloso, como los grises de Goya o el matiz del gris perla. En otras puede ser deprimente, ligado indefectiblemente a la tristeza e incluso a la destrucción.

Lo peor de todo es que no me acuerdo de mi madre con el cabello gris!! y supongo que debe ser el milagro que debo a mi ausencia de memoria... La he visto rubia veneciana y luego blanca radiante, por tanto siempre bella.

Y hablando de cigarrillos me pregunto retóricamente si los fumadores de porros son descendientes de los que fumaban la pipa de la paz...y no es en broma...

Si lo pasaste, te darás cuenta que es un acto colectivo.
En ese gesto de compartir el porro veo un signo de benevolencia y de paz. Incluso se hacen amigos.
Obvio, no siempre los mas convenientes...Pero...