Dibujo de PAULA BONET
¡ACLARACION!
Son muchos los y las que se enojan como
seguro lo harán con este post, en el que doy por finalizado el tema del título.
No es nada fácil escribir, es toda una entrega y, si bien es cierto que podría
hacer un libro de muchos de ellos, no me
dan las ganas. No me da porque no tengo la constancia y perseverancia que
tienen los escritores de estar ocho o más horas sentados escribiendo.
Para los que aún no lo saben, mis post,
son para plasmar y dejarme un
recordatorio a mí mismo, de ideas, ocurrencias, imágenes, diálogos,
conversaciones oídas por ahí…y algún que otro peta (cuando aparece, claro).
Así que, chicos y chicas, ¡es lo que
hay!
Allí os dejo la continuación y el final.
…………..
Lo más inverosímil, kafkiano y paradójico es que en esta sociedad
hiperconectada, la gente se sienta sola ¿Verdad?
A mí me pasa muy, pero que muy poco. Porque cuando aprendí a
encontrarme a mí mismo y, evité la soledad, cuando me dediqué a leer todo lo que
tenía pendiente en mi vida, comencé a escribir (para mí, más que nada) y
escucho música de mi sound cloud o de spotify, descubrí que poco a poco, iba
ganando con un panorama superior...
Me he llegado a sentir solo en el Louvre y en la plaza España. En
plenos festejos de años nuevos pasados, pero estoy seguro que, si no hubiera
aprendido, no me hubiera durado ni tan solo unos minutos.
Mi amiga Rebeca a veces está en una reunión y se va. Queda como
suspendida en el ambiente, y si alguien le dice “Hey, ¿estás aquí? Ella les
responde ¿“Tú me has visto mover de aquí?”
Es por estas cosas que el sentimiento de soledad, no se trata de
si “estar solo” o nó. También puede tratarse de la gente que te rodea, y notas
que de feeling hay cero al cubo.
A mí me encantaría estar aislado por unos días en una cabaña en
una montaña, con todas las comodidades claramente, pero sentir que estoy
acompañado porque hay una persona que pensara en mí, se preocupa por si va todo
bien o nó.
Solo con mis padres me pasaba. Qué increíble, ¿no? Darme cuenta
ahora que esa es una materia pendiente.
Pendiente, porque estoy hablando de alguien como si estuviera
enamorado, porque mis pocos, pero buenos amigos, sé que en algún momento del
día me piensan.
¡Claro! Aun me falta diferenciar al cien por ciento, entre la
soledad de alguien y las emociones.
Creo que es algo muy Zen, porque los grandes cerebros lo han
recomendado. Parece ser algo básico.
Y sino, pensemos en Jesús, a los que no lo creen una divinidad o
como el catolicismo lo presenta, ¡el tipo se fue al desierto a pensar durante
cuarenta días!
Deberíamos meditar y pensar antes de decir una sola palabra, que
pueda ser valiosa y dejar rastro en alguna persona. O varias. Yo sé que lo
estoy haciendo. Y que también lo he hecho.
Me está pasando ahora con mi amigo, Juan Carlos.
En la soledad que él se está imponiendo de a poco, hasta encontré
una experiencia mística y religiosa, cuando releí algunos libros de y le dije
que recuerde a los libros de Job, el Eclesiastés y el libro de los cantares de
David.
Ya sé, habrá gente que pensara que es todo un cuento pero, los ó el que lo escribió, era un genio.
Dejando de lado la divinidad que uno crea, sea Alá, Cristo, Buda o
los del Olimpo, sugieren un encuentro personal con uno mismo, después de ese
silencio, vendrá la paz.
Es como si nos cerráramos en un taller en búsqueda de un argumento
para leer lo que escribimos de nuestras vidas pasadas y sus cagadas, o pintar
un cuadro digno de “El Bosco” con todos nuestros horrores y errores vividos y,
leer lo escrito o mirar lo hecho.
Algo, que nos de la fórmula mágica, esa magia que se da en
soledad.
La receta, para mí fue un paréntesis, de llanto, angustia,
desesperación, depresión, y mil calamidades que no deseo a nadie. No diré ni a
mi peor enemigo, porque no los tengo, y si lo hay, ni me he enterado.
Muchas veces, uno intenta por todos los medios buscar esa sanidad
de soledad salvadora, pero no siempre es fácil encontrarla.
He vivido con decenas de personas TODAS DIFERENTES A MI, pero cuando la buscaba, salía a tomar un café en las soleadas
terrazas de Barcelona y, oyendo solo los ruidos del vaivén de la gente,
arropado con ese murmullo, encontré esos momentos en los que me encontré
conmigo mismo, valoraba ese día, y escrutaba los vínculos.
Otra de las tantas recetas, es cuando uno vuelve a casa de su trabajo,
y en vez de mirar la nada, o el suelo para no tropezar, se puede encontrar un
momento de contemplación.
¡HAY TANTO PARA MIRAR!
Para meditar, para pensar, para no estar arre que arre con el mal
rollo de ese día, y sentir que formas parte de un todo.
¡Pues si! Deberíamos aprender a pasear de nuevo. Y regocijarnos
con los que natura nos da.
Incluso si nos caga una paloma, en la chaqueta que acabamos de
estrenar (¡las muy jodidas!!!)
Pasear es dejarnos sorprender por ese nuevo árbol que no hemos visto
nunca, esa nube que tiene forma de pájaro, y no tener la mente planificada para
llegar a casa a seguir arrastrando rabia y frustración.
Yo que vivo en una nube de pedo, siempre estoy estimulado por
cosas externas, y en mi actual forma de ser, sé que detrás hay una persona con
singularidad y personalidad con estilo. El mío propio.
El que ahora siembra bastante seguido la soledad y que no le tengo
miedo a encontrarme conmigo mismo, y que a través de mis escritos en soledad y
mi musiquita mientras lo hago, aprendo a auto conocerme cada vez más.
Entonces me pregunto, ¿son los profesionales de la sanidad mental,
idóneos para esto? ¿lo hacen? ...Mmmmm
Sé que tienen sus propios profesionales para contenerlos. Raro,
raro, raro…
La soledad auto impuesta nos ayudará a viajar por el inconsciente,
pensando qué queremos hacer con nuestras vidas, y es en esos momentos cuando
podremos hacer proyectos interesantes con ello.
Sabremos quienes somos y adónde quisiéramos llegar.
No podemos vivir una vida de otros, es decir, imitándolos, porque
esa magia se desvanece. Cuando se desvanece, desaparece esa riqueza conseguida,
que va más allá de las posesiones materiales, que nos destrozan el cerebro
pensando cómo conseguirlo...
Así que, mis queridos amigos y amigas, a echarle dos huevos, y a
buscar dentro de cada uno.
¡Cultivémosla!
BY EDWARD GOREY