miércoles, 15 de septiembre de 2010

Relajémonos...

Bueno, lo de la relajación es un decir, porque estoy seguro que el tema de hoy tampoco los va a dejar indiferentes. O no debería.

Leí en algún sitio este verano (y siento ser tan desmemoriado y a veces impreciso, pero no consigo recordarlo con exactitud) a una chica asombrarse de la cantidad de anuncios de contactos homosexuales en los que aparecen hombres casados.

¿Se trata de una moda?

¿Una invasión al estilo ‘V’ (los lagartos marcianos)?

¿El sexo heterosexual (gratuito) se está poniendo tan imposible que a algunos no les queda otro camino?

Por supuesto no se trata de ninguna de estas burradas, sino de la pura y dura realidad.

Aunque a algunos les parezca raro, en una época de presunta normalidad como la que nos ha tocado vivir (al menos en las grandes ciudades, o determinados barrios), ser homosexual sigue siendo un problemón para más de un gay. 

Sus relaciones sociales, familiares o laborales, sus carreras profesionales (incluso políticas) pueden verse afectadas negativamente si manifiestan de manera abierta su homosexualidad.

Por esta razón, muchos de ellos siguen haciendo lo que la sociedad espera que hagamos todos y cada uno de nosotros: echarse novia, casarse y reproducirse. Y cubrir el expediente social.

Dicho así suena muy crudo, aunque es de justicia decir que no todos los homosexuales casados obran en sus vidas siguiendo un plan maquiavélico.

Muchos de ellos (y he conocido a muchos) tienen tal despelote en la cabeza que llegan a darse cuenta o a asumir su sexualidad verdadera a los 50 años porque pensaban que casándose o teniendo novia se les pasaría.

Por supuesto nunca "se les pasa" y aunque algunos se contenten con cuatro escarceos en la Casa de Campo o en unos baños públicos, muchos llevan una doble vida con todas sus consecuencias.
Y sus señoras esposas viven colgadas en la parra, o haciendo sus cositas por ahí. Pero todos tan contentos.

El otro día una amiga mía me pasó el enlace a una página integrista cristiana norteamericana.
Al leer el título del artículo ("¿Es mi marido gay?") pensé que se trataba de una canción de Madonna o de un texto humorístico.

Desde luego,la risa está más que asegurada leyendo las pistas que arroja para descubrir en falso al gay agazapado en el papel de perfecto esposo.

Ahora las repasaremos juntos y van a ver que no tienen desperdicio. Sin embargo, después de una primera reacción desternillante, la cosa toma una dimensión de mal rollo y mala onda insuperable.

Como toda operación de caza y captura (en dicha web calculan que sólo en Estados Unidos hay más de dos millones de maridos homosexuales), la cuestión de fondo es repugnante, sobre todo si tenemos en cuenta el objetivo final: someter a los pobres desdichados a terapias de "reparación" (como las que se anuncian en algunas emisoras de radio de varios países), que lo único que consiguen es destruirles como personas y mandar su equilibrio psíquico a la mierda (como mínimo).

Pero bueno, si estas organizaciones son capaces de fomentar y desarrollar inventos para detectar infidelidades o prácticas onanistas analizando la ropa interior, ¿qué no harán con temas más profundos?

Atención, porque ahí van las claves para saber si tu marido es gay (según estos pájaros, claro):

-Usa el ordenador por la noche o contesta llamadas al móvil a horas intempestivas.
Según estos cristianos, la adicción al porno lleva directamente a la homosexualidad.

-Mira a otros hombres de manera coqueta.
Lógico.

-Finge interés en la Iglesia y en los grupos de oración.
También, lógico. De todas maneras, al loro si se ofrece voluntario para ‘guiar’ a grupos de hombres jóvenes… Raro, raro, raro.

-Se preocupa por su apariencia física o por la limpieza del hogar.

-Atención si se depila las cejas, se recorta el vello púbico, usa champú de marca o crema hidratante.

-Pasa de los deportes pero se apunta a un gimnasio.

-Viste ropa apretada y de moda.

-Tiene exigencias sexuales extrañas.

-De pronto muestra interés por el sadomasoquismo, la sodomía, el uso de lubricantes y juguetes sexuales…

-Se interesa más por los hombres que las mujeres en las películas pornográficas.

-Viaja con frecuencia a grandes ciudades o a Asia.

-Tiene amigos más jóvenes y muy cariñosos.

-Es atrevido, irónico o sarcástico a la hora de hablar con sus amigos.

-Le gusta la cultura pop.

-Mucha atención si son seguidores de series como ‘Glee’ o ‘Las chicas de oro’ ...

-Le gusta mostrar su pecho desnudo en público o lleva un bañador Speedo en la playa.

-Consume alcohol como un cosaco.

-Si una mujer ha tenido anteriormente un novio gay, la posibilidad de tropezar de nuevo con la misma piedra es muy elevada, según las estadísticas que manejan esta gente.

En fin...

¿A que da mucho miedo? Sólo espero que, si es el caso de alguna de ustedes, no se vuelvan locas y empiecen a caer en la paranoia si oyen a vuestro marido tararear una canción de Abba.

A algunos gays también les gusta el heavy-metal…Y lo digo por experiencia propia!!!!

No te puedes fiar de nadie...