RICHARD OPISSO
¡Bendito esfuerzo!!!!
No voy a contar nada nuevo, pero…definitivamente, ¡somos
primates!!!!
Y por eso nuestro sistema fisiológico está adaptado a miles de
años en la selva. Allí las situaciones de estrés eran cortas e intensas…
O corres o te come el león.
Como un susto tremendo, pero corto.
Y por eso ése estrés repentino de corta duración fortalece nuestro
sistema inmunológico.
Si sobrevives al león. ¡Claro!
...En cambio, el estrés moderno: ese que produce quedarse sin
laburo, o (peor aún) tener miedo a, quedarse sin trabajo, o un jefe
insoportable o la pareja mal parida... Todo eso provoca, angustia tenue, difusa
e inacabable.
Es peor que el encuentro con el león porque no estamos preparados
para él y, al contrario que el otro, deprime nuestro sistema inmunológico. De
ahí que esas situaciones acaben a menudo por propiciar enfermedades crónicas o
hasta un cáncer.
Según mi terapeuta, en una conferencia que dió, entre otras cosas
decía: para paliar ese estrés de cada día, dice, “que estamos preparados para
afrontar tragedias instantáneas, pero no largos e interminables culebrones” (a lo
que yo agrego: “como los que estamos pasando en estas tierras”).
Así que, dejémonos de joder y rompamos la tensión cotidiana.
Busquémonos un momento sólo para nosotros: sin móvil, sin e-mails,
sin obligaciones, sin polvos pasajeros o búsquedas infértiles de pareja.
Éstas dos últimas cosas, aparecen cuando menos lo esperas o de la forma
más inaudita y hasta a veces mal cagada...
Es suficiente con quince minutos cada día. Yo trataré de hacer un
paseo cada mañana, solo mirando. Por las orillas del mar mediterráneo, mirándolo
un cuartito de hora. Y luego vuelvo nuevo a la actividad diaria…
Ella me contaba que, a los afectados con estrés postraumático, (y aquí
lo hubo, lo hay y lo habrá) hay que actuar de inmediato: sacar al afectado del
lugar y aislarlo para que se desahogue largo y tendido: llorar, expresarse, gritar,
tirar todo al suelo. Un ataque de locura en pocas palabras... Forzando un
desahogo inmediato.
Por eso es mejor aislarlo, para que no se contenga ni reprima por
vergüenza ante sus compañeros, amigos, familia, pero después de ese desahogo lo
devolvían inmediatamente a su casa, a su vida normal, sin dejar que se
considerara a sí mismo enfermo y que sigue por la vida, a veces echando una
lagrimita…
Yo creo que ese patrón sirve: de hecho, me sirvió, cuando tuve que
afrontar el peor duelo de mi vida. La muerte de mi vieja querida. Allí lloré, pataleé,
rompí cosas, y me desahogue…
Y poco a poco fui recuperando la esperanza.
Aprendí con la esperanza, a tener una relación con la negación de
la evidencia…
Me explicaban que es como un fumador inteligente o un alcohólico,
por ejemplo y, considerando que, además hay algunos que son demasiado listos,
como para negar la evidencia de que el tabaco le perjudica, así que negará de
forma indirecta: dirá que sí va a dejarlo "pero no ahora".
Todos los adictos lo negamos así…Los adictos a las cosas que
sabemos nos hacen mal, pero seguimos en ello. El alcohol; drogas; malas
parejas; un trabajo de mierda; la comida; Internet; compradores compulsivos,
etc., etc., etc., …
También creemos que las consecuencias de la adicción afectarán a
todos los demás adictos, menos (y no queremos profundizar en el porqué) a ellos
mismos.
Así utilizamos la capacidad de nuestro cerebro de saber y no saber
al mismo tiempo. A menudo, a esa capacidad la denominamos esperanza.
Lo observarás no sólo con los adictos: también muchos enfermos
terminales tienen el suficiente miedo para investigar lo que les pasa, pero
sólo hasta cierto punto. A partir de ese cierto punto, el enfermo no quiere
saber más. Niega la evidencia para dejar algún hueco a la esperanza.
Es como el dicho de “ojos que no ven, ojos que no lloran… ¡Una
verdad a medias duele la mitad!!!!
Y es más cómoda.
Mantener la lucidez es un ejercicio tan duro (y os lo dice quien guarda
el comando a distancia en la nevera, a veces, solo a veces) como mantener la
línea, y no es una frase: la forma mental se mantiene exactamente igual que la
física, y lo dice alguien que no tiene la menor idea, de qué es la física y la
cuántica…
Luchando contra la rutina producto de nuestro innato sentido del
mínimo esfuerzo: desafiando la comodidad, el inmovilismo, la pereza mental, la
aversión al cambio.
Por ejemplo:
Los occidentales acostumbramos a idealizar una vida en la que
puedas vivir cerca de donde has nacido y si puede ser en la misma empresa,
siempre...
Y nuestro cerebro, para mantenerse en forma necesita justo lo
contrario: desafío, reto, exigencia, cambio, movilidad.
Casi la mitad de los seres humanos vivimos, en la misma ciudad
donde nació o cerquita.
Pues mal:
No hay mejor estimulante mental que el cambio de trabajo, de
ambiciones, de ciudad, de idioma, de cultura, de país (Y últimamente, ya ni sabemos
qué somos y dónde estamos).
Y aunque el destierro es una maldición bíblica, es sano para el
cerebro y para las sociedades que se renuevan con el estímulo mental de los
recién llegados.
Dice, entre otras cosas mi terapeuta, que era porque recibían más
oxígeno, luego revivían, se rejuvenecían, creaban nuevos circuitos... Si no
usas esos circuitos y activas nuevos, pierdes neuronas igual que si no usas
músculo lo pierdes. "Use it or lose it" (úsalo o piérdelo)
Acá, yo ya le perdí el rastro, siento y veo que la sociedad en la que
estoy inmerso, somos muchos los Sisifos (¿no sabes quién es? Búscalo en Google)
...
Maitena, mi otra idola!