Antes de continuar con mis pensamientos sobre que:"Estamos todos todos cagados de miedo".
La que seguirá la semana que viene, a ver como arranca Mr. Trump-oso.
La que seguirá la semana que viene, a ver como arranca Mr. Trump-oso.
Copio y pego una entrevista que me ha conmovido, y que les traslado a los que no saben que existe un periodico aqui, que suele tener entrevistas memorables!!!!!
ESTA ES UNA DE ELLAS!!!!
Jordi Domingo, psiquiatra
20/01/2017 01:46 | Actualizado a 20/01/2017 03:01Lea la versión en catalán
Un
hombre bueno
Creó el servicio de psiquiatría del hospital Generalde
Catalunya y el delCentro Médico Delfos. Es psiquiatra del Cottolengoy
especialista en acompañamiento a la muerte.En la Fundación Nepp
(fundacionepp.org), que él preside y abierta a quien quiera colaborar, ayudan a
integrar el trastorno mental en España con diferentes programas. Han trabajado
y trabajan (creando hospitales, orfanatos, dando apoyo farmacológico, formación
médica...) en Haití, Guinea Ecuatorial, Turquía, Mozambique... Ahora se
embarcan en la organización de una marcha integrada por niños a los campos de
refugiados saharauis para recaudar fondos y reconstruir un hospital pediátrico
en la zona liberada, porque “ningún niño debería morir”.
Soy un psiquiatra biologista conductual
clásico.
Lo sé.
Y puedo asegurar que curo más con el amor
que con los fármacos, así que combino ambas cosas.
Sufrimos
una epidemia de ansiedad.
Sí, de ansiedad y de depresión. Mi teoría
es que se debe a la falta de valores. La clave está en potenciar tu alma, la
capacidad de amar y de dar.
La
clase media venida a menos sobrevivimos entre interminables obligaciones.
Ese exceso de obligaciones y trabajo nos
impide crecer espiritualmente.
No cabe
en la agenda.
Por eso olvidamos que nacemos con la
felicidad dentro. Crecemos y la buscamos fuera, y así apagamos el entusiasmo y
la satisfacción de dar lo que tenemos. Desesperados, hacemos meditación para reducir
nuestra ansiedad, pero en general no para crecer. Estamos en mínimos.
Necesitamos
a los otros para crecer.
Sí, necesitamos ser amables con los demás,
poner en práctica nuestra generosidad, paciencia y capacidad de comprensión
para desarrollarlas; esto es crecimiento interior.
Amar es
un verbo que se debe conjugar.
Los estudios demuestran que los niños que
crecen con sus abuelos en casa son más felices y equilibrados. Pero hoy, como
molestan y no producen, los dejamos en residencias.
Hábleme
como psiquiatra.
Le estoy hablando como psiquiatra. Le
aseguro que la mejor medicina para acabar con la propia ansiedad o depresión es
dar amor, a tus plantas, a tu perro, a tu gente..., y si puedes, a todo aquel
con quien te cruzas. Pero dar amor para recibir amor..., eso es un contrato.
Perdone,
pero si das y no recibes nada, eso es el desierto.
El otro será el desierto, no tú. Le
aseguro que ayudar a morir a una persona te llena de vida. Nosotros lo hacemos
y no cobramos por ello, lo que nos causa problemas en el hospital, que es
privado. El concepto de amor está muy equivocado en nuestra sociedad. Amor es
dar.
Creía
que los psiquiatras no deben involucrarse emocionalmente con sus pacientes.
Yo quiero a mis enfermos, tengo 55.000
historias abiertas, e intento curarlos con pastillas, con psicología y con
amor. “Doctor –me di-cen–, que usted quiera que yo esté bien me da fuerza para
estar bien”.
Es
usted un extraño psiquiatra.
He pasado muchos años y muchas horas en manicomios
con enfermos muy graves y medicados, pero a los que el amor también les llega.
Ahora
viven en hospitales psiquiátricos.
Sí, han perdido los jardines. Son enfermos
que viven encerrados en sí mismos, esquizofrénicos graves, pero responden al
amor. Yo he tenido la suerte de buscar siempre la bondad.
¿Por
qué?
Mi madre me regaló una gran lección.
Tuvimos una cocinera durante 40 años en casa; cuando se hizo viejecita se quedó
inválida y mi madre nos dijo: “María se queda en casa”. Hasta que murió, siete
años después, mi madre le limpió el culo. Teníamos servicio, así que le
pregunté: “Mamá, ¿por qué no lo hace la asistenta?”.
¿Y qué
le contestó?
“Porque no es su trabajo. El trabajo de
cuidar a María es mío”. Fue una lección absoluta de valores humanos que me
ayudó a crecer.
¿Un
científico creyente?
Yo no creo en Dios, ojalá, pero sí en la
bondad, y en su carencia, que se parece mucho al mal. A los 18 años trabajé en
un orfanato en Barcelona; los niños me contaron que sufrían abusos sexuales;
cuando dije a la dirección que lo iba a denunciar me amenazaron, me asusté y lo
dejé.
Una
carga.
Empecé a ir a África como psiquiatra
voluntario. En Guinea Ecuatorial trabajé en la leprosería de Micomeseng. Me
acercaba a ellos, les acariciaba y se les iluminaba la cara, había leprosos a
los que hacía cuarenta años que nadie tocaba.
Con el
tiempo creó la Fundación Nepp y levantó un orfanato en Mozambique.
Sí, en una zona asolada por el sida donde
había miles de niños huérfanos. Hicimos pozos de agua, una casa de salud...
Luego el pueblo saharaui me pidió que tratara a sus enfermos, y me ocupé de
montarles un hospital psiquiátrico, enviar medicinas y formar personal.
Los
campos de refugiados saharauis están llenos de niños...
Hay 50.000 en muy malas condiciones. En el
último viaje vi como les arrancaban los dientes sin anestesia. Les compré un
buen equipo y les envié anestesia, y pude ver como le sacaban un diente a una
niñita sin que le doliera..., me emocioné, podría ser mi nieta.
Entiendo.
Estamos organizando una marcha
multitudinaria para octubre a través del muro minado que divide el desierto del
Sáhara, una fortificación de más de 2.800 kilómetros rodeada por más de siete
millones de minas que matan a diario, sobre todo a niños, para dar a conocer al
mundo los tan olvidados valores humanos.
¿Cuál
es el objetivo?
Construir un hospital pediátrico en la
zona liberada. Necesitamos un euro por mina para evitar el sufrimiento
infantil. Haremos la marcha con niños de distintos países, para que niños
ayuden a niños. Ellos no están en guerra. Son el futuro. Hay que darles
valores, la posibilidad de que construyan un mundo más justo en el que vivir,
que conozcan la sensación de dar.