viernes, 20 de octubre de 2017

¿EL DESAPEGO CARCOME?



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Pintura de RICHARD ESTES


Es increíble cómo una charla, o un determinado suceso con alguien, puede modificar las cosas.
Iba a escribir sobre un tema que tengo en un borrador (¡tengo hasta en los tickets del tren!!!), pero después de haber hablado con una chica de aquí abajo (Nannette se llama) de mi casa, descubrí otra cosa más y, es que, en parte, la felicidad puede llamarse desapego...

Cuando comprendes que lo único que tienes es a ti mismo, entiendes que se necesita de muy poco para vivir y, que, para lograr ser feliz, con las personas te basta, pero que incluso uno puede aprender a vivir sin apego a ellas, porque cuando eso acaba, y los destinos te separan, te das cuenta también, que en cierta manera ese alguien, algo te importará...

Uno tiene que saber desapegarse, y dejar de lado la tristeza, con la que usualmente solemos ver al mundo a los 21 años, y que cuando eres capaz de llevar al límite tu sentido del ridículo, empiezas a ser tú mismo...

La gente normal lleva una máscara que le impide desarrollar su parte grotesca. Y nunca mejor dicho eso de “Cultiva tus defectos, porque por ellos te recordarán...”

Todos hemos inventado un personaje que nos sirve para protegernos, pero uno que se caga de risa de si mismo, y lleva sus defectos al límite, es como un escalador agotado, que encuentra una silla, la carga a la espalda y sigue subiendo la montaña...

O cuando alguien dice "cae la noche", buscas dónde mierda se ha caído.
Es una forma de vivir, no de actuar.

Me sorprende cómo la crueldad puede convencer a las personas.
A mí, la tipificación de los individuos me parece un despropósito, lo que más lamento es el mundo en que vivimos.

Yo viviré empeñado en llevar la contraria a todos los reguladores, sean políticos, psiquiatras o filósofos.
El poder social también es fanático.
Hay fanatismo en las ideas, las razas, las lenguas, el arte...

Y si alguien me preguntase. Pero ¿qué quieres contar?

Es hacer discernir a los que me lean, que en Occidente las personas están al límite de la capacidad de resistencia.

El consumismo ha carcomido la libertad individual y ha provocado una infelicidad latente.

Vemos películas que no se creen ni los que las hacen y estamos sometidos a una televisión que respira mentira.

De todos esos sometimientos, tengo la esperanza de que las mentiras parezcan mentiras y no verdades

Yo por ahora, me quedo con la verdad que me contaron mis abuelos y mis viejos quienes decían que quien controla las mentiras, controla el ritmo, y si controlas el ritmo, controlas el mundo...


Pero para eso hay que quitarse la máscara.

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Dibujo de Demirel

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