miércoles, 17 de febrero de 2010

Un aeropuerto, dos maletas que esperamos en una cinta, y un mapa en el bolsillo, con flechas indicándonos, que el “train” nos lleva al centro y que en el centro podemos dejar las maletas en tal “locker”, mientras buscamos alojamiento; una mochila al hombro, con documentación y pasaporte europeo, y recomendaciones empresariales escritas en hojas de papel con membrete, que nadie leerá, creyéndonos los amos del mundo y un montón de miedo, mucho miedo, trescientos dólares en el bolsillo, y un mundo por delante…

Los más afortunados, sabrán distinguir la diferencia entre “metró”, “subway”, “metropolitana”, por sus naturales subterráneos; sabrán balbucear unas cuantas frases en el idioma nativo, para ir, de a codazos, abriéndose brechas en el camino; otros tendrán la inmensa suerte, que alguien los busque en el lugar de desembarco y los lleve un par de días a su casa y le enseñe un mapa:…nosotros estamos acá, ves?...mañana, andá acá, acá, ahí a la vuelta, y dos calles ( que resultaron ser cuadras) mas abajo, y decí si podés tener una entrevista de trabajo…

Después están los que no tienen ni idea del idioma del lugar y están convencidos que lo hablan, y ni siquiera saben las raíces lingüísticas que los separan, y muchas veces, vuelven de nuevo, al aeropuerto a dormir, porque saben que están abiertos las 24 horas, y por un par de días repiten la misma rutina; o terminan pagando por un café con leche a algún sinvergüenza, el sueldo de dos días en sus países de origen, hasta que algún delincuente, o les roba o se apiadan de esas almas, qué como ellos vinieron en busca de un mejor mañana y les echan un cablecito a tierra…

Otros tendrán parientes lejanos, que no quieren hacerse cargo del paquete, y te dicen que consiguieron una pensión “baratísima”, que costara todo el capital que uno trae consigo, para pagar por adelantado, una cama en una habitación compartida con alguien a quien ni conoces y que encima ronca, eructa, se tira pedos, y cuando destapa la cama, sale de allí dentro, un huracán de olores, de meses sin ser lavadas sus sábanas…

Y entonces en la oscuridad d la noche, cuando toda la excitación ya paso, rompes a llorar como un niño, y gritas en silencio,,,mamáaaaa o sino papáaaaaa…durmiéndote, cansado de llorar..

Entonces rápidamente, te despiertas, sientes un frío que antes nunca habías sentido en tu cuerpo, y sales a la calle…y buscas periódicos, especializados en búsquedas laborales, que nadie conoce, y te los compras todos, con las monedas que te sobran del café con leche que te estafaron antes…

Normalmente, ése es el inicio de todos los inmigrantes que por alguna razón han tenido que huir de sus países de origen…

Después te vas enterando, mientras limpias vidrios de escaparates, o barres pisos en algún bar, o lavas cabezas de clientas mugrientas que lo hacen sólo en las peluquerías, una vez a la semana, que hay lugares, donde te dan ayudas a hacértelo un poco más fácil, o como digo yo, ha hacerte el harakiri, con anestesia…

Y así van pasando los días, los meses, los trabajos, y un buen día, recibes las llaves de algún pisito en alquiler y mientras te sientas en el suelo, con el único almohadón que encontraste dentro de un armario, te sientes Leonardo di Caprio, en el filmTitanic”…pasan mas meses y le vas dando forma de hogar, de casa, y sigues en la búsqueda de trabajos, que te permitan pagar lo que tu mente y tu cuerpo necesitan…

Luego, recién luego, comienzas a pensar en la posibilidad de traer a la gente que amas, madre, padre, novia, novio, o hijos, y allí comienza el otro calvario, donde visitas gestores o abogados inescrupulosos, que te prometen la llave de honor de la ciudad y del país, a cambio de cifras que rondan los 4 dígitos…

Qué fácil, dices a la primera visita, luego preguntas y tus otros compañeros, te van dando retóricas dando cada uno la verdad del asunto, dependiendo de lo que hayan pasado ellos, y nada es igual a la versión anterior…hasta que te cansas, y le dices a la persona que está lejos, después de mucho tiempo si quiere venir, que no será nada, absolutamente nada fácil, y si realmente tiene ganas, que lo intente como turista, que luego se verá…

Ante semejante panorama, la persona que se abre camino a codazos, comienza un ahorro a base de arroz, y cosas baratas, para juntar el dinero de un pasaje, y de armar un lugar para que ésa persona duerma y no pase las mierdas de uno…

Esto es mas o menos, la perspectiva inicial de cualquier emigrante a la fuerza…

Entonces llegará un día, cuando la tormenta huracanada vaya amenguando, que te das cuenta, que viviste dos años, sin conocer otras cosas que el bar de al lado de tu trabajo, el de la estación de tren, y que el tipo, que tenia aún un uniforme con un bordado en la pechera, que decía “PETROLUM CO.”, y casco amarillo, fuerte como un algarrobo , y que te miraba con cariño, talvez, ése te hubiera protegido un poco mas, de lo que te sentiste con otros al lado, y te da una rabia, inconmensurable…
O que te fuiste de ése país, porque el frío era insoportable, sin saber siquiera, cómo eran otros lugares, donde el idioma oficial de ése Mc Donald’s no fuera el colombiano, ecuatoriano, y de por ahí, y entonces cuando creyó encontrar el paraíso, comienza todo de nuevo, con la carga de otro ( a quien te hayas traído) a cuestas…

Ésa es la vida del emigrante…

Así aprendes, a cocinar primero, cosas enlatadas, luego algo parecido a lo que comías, y luego rompen las bolas con que le falta sal, o que lo que cocinaste está ácido, o mal cocido…
Y uno, como no entiende la idiosincrasia del lugar comienza a ver canales de cocina, y aprende a cocinar nuevos sabores, o los menos arriesgados, se hacen socios de algún club municipal, o se dedican a emborracharse o drogarse, para hacer el dolor mas llevadero…

Yo creo que con los años, he mejorado mi forma de cocinar, por el primer caso, donde he aprendido a ver y combinar mis sabores de orígen con los autóctonos de cada cultura…

Aprendes a subsistir, a ahorrar, a armarte una casa, a esperar un golpe de suerte, pero cuando te das cuenta que no llegará nunca, por los rasgos de tu fisonomía, o porque no hablas muy fluidamente, el idioma del lugar, comienzas a pensar en el regreso…

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